domingo, 15 de enero de 2012

CAMINANDO CON DIOS

Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios (Génesis .5: 24).

Era uno de esos días en los que una no tiene deseos de hacer nada. Bebes tu vaso de agua, preparas el desayuno para tu familia y luego te das cuenta de que no tienes ánimo ni energías. Reconoces que no es uno de tus mejores días. Quizá no tengas ganas ni de hacer el .culto matinal. Apenas podrías explicar lo que te sucede, pero tienes bien claro que debes dirigirte al Señor. Cuando me siento así, lo mejor para mí es caminar un rato, aunque sea dentro de la casa. Camino a buen paso y me mantengo orando al Señor.
En aquella ocasión reflexionaba sobre la forma en que Enoc caminaba con Dios, y pronto me sentí con ánimo para mis lecturas devocionales. Pensé que debía seguir «caminando» con Dios como lo hizo Enoc, hasta el día en que él me lleve al cielo.
En las charlas que presento respecto al tema de la salud recomiendo a mis oyentes que caminen lo más que puedan. Muchas personas me contestan que no tienen tiempo, o que si van a caminar solas se aburren. No hace mucho, en una convención del Ministerio de la Mujer, tuve la oportunidad de conversar con una joven madre. Ella mencionaba estas mismas excusas. Yo le expliqué que caminar es una terapia, sobre todo cuando se tienen niños pequeños que demandan tanto cuidado. Es además una oportunidad para conversar con Dios, para reflexionar, poniendo en sus manos toda cuita, anhelo e inquietud, descargando en él todo lo que nos preocupa. Esta es una buena oportunidad para recuperar fuerzas y ánimos.
El ejercicio físico es conveniente y necesario para el cuerpo y para la mente. Es una de las más importantes leyes de la salud. Si aprovechamos esos momentos para comunicarnos con Dios, lo disfrutaremos y desearemos que llegue de nuevo la oportunidad de caminar y hablar con el Señor.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Janet Ribera es española

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