«¡Cuan dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Más que la miel a mi boca!» (Salmo 119: 103).
Durante el tiempo que vivió en la tierra, todo lo que hizo Jesús estuvo íntimamente relacionado con su uso de las Escrituras. Desde que en el templo, cuando contaba solo con doce años de edad, enseñaba a los ancianos hasta que, en la cruz, exclamó: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?», las Escrituras fueron su guía.
Cuando Satanás lo tentó en el desierto, Jesús venció con las palabras: «Escrito está». Cuando los fariseos trataron de ponerle alguna trampa, él usó la Palabra de Dios para mostrarles su error: «¿Qué dice la Escritura?»; «¿No habéis leído?»; «¿No está escrito?».
Jesús siempre citaba las Escrituras para mostrar a sus discípulos que sufriría, moriría y resucitaría. Dijo: «¿Cómo se cumplirían, si no, las Escrituras?». Colgado en la cruz, citó palabras que ya estaban en las Escrituras: «¿Por qué me has desamparado?»; y finalmente: «En tus manos encomiendo mi espíritu». Me encanta cuidar un huerto. No siempre hemos podido tener uno. Sin embargo, cuando ha sido posible, indefectiblemente, en casa ha habido huerto. A veces cultivo frijoles. Me gustan los frijoles. Un frijol es una semilla y, al mismo tiempo, también puede ser alimento. De la misma manera, la Biblia es a la vez semilla y alimento. Cuando leemos la Biblia, como si fuera una semilla regada por el Espíritu Santo, en nuestro corazón empieza a germinar la vida espiritual. Del mismo modo que comemos frijoles para alimentarnos, la lectura diaria de la Palabra de Dios nos sostiene y nos alimenta.
Si usted desea ser un hombre de Dios, fuerte en la fe, lleno de bendición, rico en frutos para la gloria de Dios, tendrá que estar lleno de la Palabra de Dios. Haga como Cristo y permita que la Palabra se convierta en su pan. Haga que viva abundantemente en usted. Haga que su corazón se llene de ella. Aliméntese con ella. Crea en ella. Obedézcala.
Cada lectura diaria está acompañada por un versículo para memorizar. Apréndalo y medite en su significado a medida que transcurre el día. Tenga la seguridad de que, cuando use las Escrituras como Cristo las usaba, ellas harán por usted lo mismo que hicieron por él.
(Basado en Mateo 4:4)
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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