Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Juan 10: 10).
En una ocasión, una dama muy allegada a mi familia me dijo:
—Creo que me voy a cambiar el nombre. Voy a llamarme Dolores.
—Me gusta ese nombre —le dije— pero, ¿por qué quieres cambiártelo?
Ella me contestó que a veces le parecía estar llegando al límite de sus fuerzas por causa de tantos «achaques» y «dolores» que estaba sufriendo. Luego continuó diciendo:
—Algunos días me parecen muy negros porque me asalta un dolor de cabeza tan fuerte que quisiera arrancármela. Cuando al fin se me alivia la cabeza, me empiezan a doler las articulaciones y entonces tengo que empezar a tomar analgésicos. Apenas dejan de dolerme las articulaciones comienzo a sentir un terrible dolor de estómago, provocado por los medicamentos. En una ocasión, cuando me parecía que ya estaba mejor, me caí por las escaleras y me hice daño en las rodillas y los codos. ¡Parece que cuando no tengo ningún dolor, salgo a buscarlo! —concluyó con cierta ironía.
Querida amiga, ¿acaso te sucede a ti algo parecido? ¿Tienes toda una gama completa de dolores y no sabes qué hacer ellos? Recordemos la hermosa promesa que el Señor hace a todos sus hijos e hijas: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10: 10).
Además de dejarnos esta promesa, Dios nos ha dado la fórmula de la abundancia: recordar que la salud física depende en gran medida de la actitud que tomemos ante la v de nuestra confianza en el Señor. Si somos pesimistas, no solo menguarán nuestras facultades mentales, sino también las físicas. El consejo de Dios es: «Estad siempre gozosos» (1 Tes. 5: 16).
Muchos dolores y achaques tienen su origen en la mente. Cuando no somos capaces de gestionar de manera adecuada las frustraciones del diario vivir y las crisis existenciales que a veces nos asaltan, podemos llegar a experimentar diversas dolencias. La actitud mental negativa puede ser superada si ponemos toda nuestra confianza en Dios. Su promesa es: «Te acostarás y no habrá quien te espante» (Job 11:19).
Amigas, el mejor nombre que podemos tener no es Dolores, sino Hija de Dios. ¡Seamos personas felices para que podamos sentirnos realizadas!
Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Erna Alvarado es directora de Ministerio de la Mujer y del Ministerio infantil de la Unión Interoceánica. Mexico.
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