Pero recibiréis cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos […] hasta lo último de la tierra. (Hechos 1:8).
Si tuvieras la oportunidad de estar frente a una persona poderosa, como el presidente de un país, y te dijera: «Puedes pedir lo que desees, y gustosamente te lo daré». ¿Qué le pedirías? ¿Riquezas, fama, o tal vez algún cargo importante?
La Biblia registra varios casos de hombres de fe que pidieron algo a Dios y les fue concedido. Sabemos que Elíseo pidió una «doble porción» del espíritu de Elías (2 Rey. 2:9). David pidió «un corazón limpio y un espíritu recto» (Sal. 51: 10). Salomón, a su vez, solicitó de Dios «sabiduría y prudencia» (1 Rey. 4: 29).
Es muy importante que confíes en la promesa: «Pedid y se os dará» (Mat. 7: 7). Nuestro Padre celestial tiene diversas maneras de contestar tus peticiones, pero hay algo que desea concederte de inmediato si lo solicitas de todo corazón: el Espíritu Santo. Esta bendición te será concedida cuando renuncies a tu vida pasada y aceptes a Jesús a través del bautismo. Pedro declara: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hech. 2: 38).
¿Por qué es importante recibir el Espíritu Santo?
- Porque nos capacita para trabajar al servicio de Cristo (Hech. 1:8).
- Porque nos ayuda en nuestras debilidades e intercede por nosotros (Rom. 8: 26).
- Porque nos concede dones espirituales que son repartidos a cada uno (1 Cor. 12: 1, 11).
- Porque somos el templo donde él desea morar en forma permanente (1 Cor. 3: 16, 17).
- Porque nos concede el fruto del Espíritu (Gal. 5: 22-26).
Para obtener dichos beneficios el apóstol Pablo nos aconseja: «Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velad en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos» (Efe. 6: 18).
El Espíritu Santo desempeña un papel importantísimo en nuestra experiencia cristiana. Él debe ser nuestro amigo especial, quien nos guiará a toda verdad y multiplicará nuestros dones cuando los dediquemos a realizar la obra asignada por Dios.
Señor, ayúdanos a escuchar cada susurro del Espíritu Santo y no retires su voz de nuestros oídos. Deseamos servirte de corazón, entregando nuestros dones a ti. lin Jesús oramos. Amen.
Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Clarissa Corea, licenciada en Educación infantil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario