Dame entendimiento para seguir tus preceptos, pues quiero meditar en tus maravillas. Salmo 119:27.
Son casi las ocho de la mañana. Es viernes. Como de costumbre, miles de personas se dirigen a una de las estaciones del metro de Washington D. C. Cerca de la entrada, un joven, vestido con ropa informal y una gorra deportiva, toca el violín. En el piso se puede observar un recipiente con algunas monedas.
Aunque la música que se escucha es de la mejor calidad, la gente está muy apurada como para detenerse a presenciar un espectáculo callejero. Mientras centenares de personas pasan de largo, alguno que otro deja una moneda de propina. Lo que estos transeúntes no saben es que se está llevando a cabo un experimento social, patrocinado por el periódico Washington Post, sobre la manera en que la gente percibe un estímulo agradable (en este caso, la buena música), y cómo responde cuando tiene prisa. Y menos se imaginan que el joven «pordiosero» es Joshua Bell, un virtuoso del violín que ha ganado varios premios internacionales.
Durante 45 minutos, Bell ejecuta algunas de las piezas más célebres de la historia de la música, mientras usa un instrumento valorado en más de tres millones de dólares. ¿Cuántas personas se detuvieron a escucharlo durante esos 45 minutos? Entre las más de mil que pasaron a su lado, aproximadamente solo siete. El total de lo recolectado en «donaciones» ascendió a unos 32 dólares. Lo más curioso de todo es que dos días antes, en Boston, la gente estuvo dispuesta a pagar entradas de hasta cien dólares para escuchar su música.
¿Qué demostró el experimento? Bueno, que estamos apurados. Tan apurados, que no tenemos tiempo para escuchar la mejor música, interpretada por uno de los mejores violinistas del mundo. Tan apurados que no tenemos tiempo para deleitarnos en las cosas que elevan el espíritu y alimentan el alma.
¿Cómo estás de tiempo hoy? ¿Hay en tu programa de hoy algunos minutos para disfrutar de las maravillas de la creación de Dios? ¿Desde cuándo no contemplas la belleza de un amanecer en la playa o la montaña? ¿O un buen documental sobre las curiosidades de la naturaleza? Y lo que es aún más importante: ¿Tienes tiempo para Dios? Organiza hoy tus prioridades de modo que lo urgente no te impida dedicar tiempo a lo verdaderamente importante.
Padre celestial, ayúdame a no estar tan apurado que no pueda percibir maravillas tu creación.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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