martes, 7 de febrero de 2012

NUESTRO AMPARO Y FORTALEZA

Pedid, y se os dará; buscad, y hallareis; llamad, y se os abrirá. (Mateo 7:7).

Jesús nos dijo que Dios sustenta aun a los pajarillos, y cuánto más hará por nosotros, que somos sus hijos. Recuerdo que mientras estudiaba en una de nuestras instituciones atravesé un momento difícil. Debía una suma considerable de dinero a la universidad, y si no la pagaba perdería mi derecho a presentarme a los exámenes finales.
Una noche conversaba con mi novio acerca de mi situación. Oramos y luego, mientras caminábamos, nos pusimos a contemplar el hermoso cielo estrellado. Minutos después nos encontramos con un grupo de hermanos norteamericanos que nos señalaron algunas constelaciones, mencionándolas por su nombre. Ese fin de semana continué pidiéndole a Dios que me mostrara qué hacer, pero mi Señor ya lo tenía todo preparado.
El domingo, después de la cena, me senté en una banca fuera del comedor. De pronto volví a pensar en mis problemas financieros y sentí que la cabeza me daba vueltas. Ya había agotado todos los recursos a mi alcance y no sabía qué hacer. En medio de sollozos reclamé las promesas de ayuda divina. Me resultaba difícil controlar mis emociones. Estaba lejos de mi país, sin dinero y sin nadie a quien acudir. En aquel momento llegó mi novio y se sentó junto a mí.
Mientras conversábamos pasó cerca uno de los hermanos norteamericanos que habíamos conocido hacía tres días. Le preguntó a mi novio la razón de mi congoja, y él se la explicó, mientras yo me sentía avergonzaba de que me vieran llorar. Sin embargo, aquella noche, Dios quiso utilizar a nuestro hermano que apenas hablaba español para enseñarme que nuestro Padre celestial conoce nuestras necesidades y las suple. Aquel amable caballero me preguntó cuál era el importe de mi deuda. Al mencionarle la suma sacó varios billetes y me puso en la mano seiscientos dólares diciéndome: «Hija, ve y paga tu deuda mañana». Me abrazó y me dio unas palabras de ánimo. Con el poco inglés que sabía le di las gracias y alabé a Dios por su bondad. ¡Mi Dios es el Dios de lo imposible! Nuestro Señor se interesa en cada detalle de nuestras vidas y en su momento él nos concederá todo lo que necesitamos. Ten la seguridad de que él tiene algo preparado para ti hoy, no importa qué problemas o carencias estés atravesando. Él te conoce y sabrá cómo ayudarte.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Margarita Calixto Pertuz

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