Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano. (Proverbios 18:24. NVI.
Muchas de nuestras amistades probablemente se remontan al período de la niñez. Quizás hemos asistido a la misma escuela, .a la misma iglesia, o hemos vivido en el mismo barrio. Pero muy pocas veces, y recalco, muy pocas veces, las amistades duraderas surgen a raíz de discordias o desavenencias. Sin embargo, fue de esa forma como Jorge y yo nos convertimos en amigos inseparables cuando cursábamos la escuela secundaria. Los dos éramos muy activos, amigables, bulliciosos y de carácter fuerte, tanto que chocamos desde el principio. Generalmente nos sentábamos en la misma parte del salón de clases, lo que fomentaba la tensión y los roces. Yo era amante de los gatos y él de los perros, seguro que ya te puedes imaginar el cuadro.
Los insultos iban y venían, adornados de sarcasmos, de ironía y de las más rebuscadas hipérboles. En numerosas ocasiones ambos salimos emocionalmente lastima-; dos. Con el paso del tiempo fue aumentado la tensión. Sin embargo, casi sin darnos cuenta, los gritos pasaron a convertirse en conversaciones amigables y el contacto que una vez rayó en la agresividad se convirtió en consideraciones del uno hacia el otro.
En nuestro último año de secundaria la vida nos hizo llegar a un mayor acercamiento al arrebatarnos a un ser muy querido para ambos. Fue entonces cuando reconocí la gran verdad manifestada en el libro de Proverbios: «Las suertes ponen fin a los pleitos» (Prov. 18: 18). Aquel fue el inicio de una amistad incondicional.
El don de la amistad es una de las mayores bendiciones que el Señor nos ha concedido. Saber que su brazo se extiende a través de un amigo incondicional y sincero nos proporciona tranquilidad y confianza. La Biblia asimismo nos recuerda la importancia de un buen amigo, que en ocasiones está más cerca de nosotros que un hermano carnal.
Desearía ser ese tipo de amiga mencionada en la Biblia: incondicional, sincera y, sobre todo, apegada a Jesús. Te invito a forjar tus relaciones de amistad de la misma forma en que lo hizo Jesús. Hónralo en cada una de tus acciones para que al final de tu vida no estés sola. Puedo decirte que han transcurrido varios años y Jorge, Jesús y yo seguimos de la mano.
Permite que Jesús te ayude a ser una buena amiga.
Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Yoela Murillo
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