«Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman» (1 Corintios 2:9).
¿Alguna vez, mientras conversaba con alguien sobre algo importante, ha advertido que esa persona tenía la mente en «otra parte»? No estaba concentrada en lo que usted decía y hasta podía estar mirando hacia otro lado. ¿No le parece una actitud un tanto grosera?
En la vida cristiana es fácil que esto también ocurra. A menudo hablamos de la venida de Jesús y de cómo será el cielo, pero, por así decirlo, tenemos el corazón mirando para otro lado. Sin embargo, si tenemos un corazón puro (si somos sinceros y sin doblez), veremos a Dios. Me parece que muchas veces nos preocupa más la vida cotidiana que la eterna. Sin lugar a dudas, desde el punto de vista emocional, el aquí y ahora influye más en nosotros que el dulce porvenir eterno.
¿Qué tendrá preparado Dios para quienes lo aman? No hay palabras para describir la tierra nueva. Algunos lo han intentado: «Después me mostró un río limpio, de agua de vida, resplandeciente como cristal, que fluía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad y a uno y otro lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en ella, sus siervos lo servirán, verán su rostro y su nombre estará en sus frentes. Allí no habrá más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará y reinarán por los siglos de los siglos» (Apoc. 22:1-5).
«"No vi templo en ella; porque el Señor Dios Todopoderoso, y el Cordero son el templo de ella" (Apoc. 21:22, VM). El pueblo de Dios tiene el privilegio de tener comunión con el Padre y el Hijo. [...] Estaremos en su presencia y contemplaremos la gloria de su rostro» (El conflicto de los siglos, cap. 43, p. 656).
Haga lo que haga hoy, dedique un tiempo a reflexionar sobre las palabras: «Verán a Dios». (Basado en Mateo 5: 8).
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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