jueves, 9 de febrero de 2012

SAL SALADA

«Vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada» (Mateo 5: 13).

En el mundo antiguo la sal tenía un gran valor. Tanto que, de hecho, con ella se solía pagar el sueldo de las legiones romanas. Este pago se llamaba salarium, de donde deriva nuestro «salario». ¿Qué le parecería si le pagaran su trabajo con sal?
Jesús habló de una sal que pierde su sabor. ¿Qué quería decir? En los días de Cristo, era posible que la sal perdiera su sabor. La sal era entonces muy diferente de la que nosotros conocemos. La sal que usamos hoy en día es un compuesto químico llamado cloruro de sodio. La sal que se usaba en el mundo antiguo se extraía de los acantilados del Mar Muerto, de once kilómetros de largo y varios centenares de metros de alto, o por evaporación del agua de ese mismo mar.
Tanto si se extraía de la roca como si procedía de la evaporación, estaba mezclada con otras sustancias minerales o vegetales. Cuando esa sustancia era expuesta a las inclemencias del tiempo o tocaba la tierra, la sal perdía su sabor. Ni siquiera era posible conservar demasiado tiempo la sal que era extraída de la superficie de los acantilados; la acción de la luz la volvía insípida.
¿Se ha preguntado por qué Jesús comparó a sus seguidores con la sal? ¿Por qué no dijo Jesús: «Vosotros sois el azúcar de la tierra» ?¿No habría sido mejor, por ejemplo: «Vosotros sois la miel de la tierra», o incluso: «Vosotros sois el arroz de la tierra»?
En esta alegoría espiritual, que se nos compare con la sal de la tierra es mejor que con el arroz, porque la sal da sabor al arroz; y no al revés. Quizá prefiramos ser arroz y no sal, pero Jesús dijo que somos la sal. En otras palabras, nosotros podemos hacer que el mundo sea mejor o peor.
La sal se usa para dar sabor a los alimentos. También es un conservante. Antes de que se conocieran los refrigeradores, la carne se dejaba secar y se conservaba en sal. Que Jesús dijera que somos la sal de la tierra significa que nuestra misión es conservar la verdad.
No solo eso, sino que nuestra influencia tiene que añadir un sabor especial a los que nos rodean. Nosotros, que somos la sal de Jesús, tenemos que llevar a cabo una tarea especial en el hogar, con nuestros familiares, con nuestros amigos y con nuestros vecinos (Basado en Mateo 5:13).

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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