Venid, hijos, oídme; el temor de Jehová, os enseñare. (Salmo 34:11).
En cualquier hogar pueden surgir problemas y dificultades, ya que nadie está exento de cometer errores ni tiene la patente de la perfección. Por este cazón deberíamos estar preparadas para enfrentar cualquier posible conflicto. La manera en que respondamos a los mismos será una señal que nos ha de definir como una familia conflictiva, o una en la cual reina el amor.
En una familia «amorosa» se tratará de corregir cualquier problema atendiendo a las causas que lo hayan originado. Por tanto, se buscará la posible razón para el comportamiento de uno de sus miembros, al mismo tiempo que se trabajará para desarrollar los valores de cada uno de ellos. No se menospreciará al hijo sujeto a disciplina cuando corregimos con amor cualquier rasgo negativo. Más bien se evitará provocar heridas, tratando de escuchar, de comprender y de buscar soluciones adecuadas tomando en cuenta que cada etapa de la vida tiende a pasar.
Una familia amorosa se sentirá en libertad de educar a sus hijos con alegría, disfrutando cada momento al reconocer que dicha interacción no es estática, sino dinámica. Las familias en las que impera el amor se caracterizarán por la libertad de sus miembros para comunicarse o para llamarse la atención, sabiendo que con amor es posible lograr cambios concretos. En dichas familias se pondrán en práctica un contacto físico saludable, una comunicación clara y sincera, así como relaciones en las que imperen la armonía y la calidez. Sus miembros serán espontáneos y amables, y cada uno será valorado por sus actos y comportamiento.
Por otro lado, una familia conflictiva mostrará una reducida capacidad de comprensión. Se enfocará mucho más en los problemas en vez de hacerlo en las personas, e intentará solucionar dificultades en lugar de analizar y entender sentimientos y motivos. En una familia de ese tipo, habrá poca comunicación y todo se desenvolverá en un ambiente apático, frío y distante: cada persona se ocupará de sus propios asuntos.
Es posible que una familia se comporte a veces como conflictiva y otras como amante y preocupada por encontrar soluciones a sus problemas. Pero lo más importante es que nos proyectemos como una familia donde impera el amor, hasta que logremos alcanzar plenamente ese objetivo con la ayuda de Dios.
Señor, ayúdanos a tener una familia llena de amor, en la que cada uno de nosotros pueda crecer y desarrollarse plenamente para tu honra y tu gloria.
Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Lidia de Pastor
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