miércoles, 7 de marzo de 2012

AFINANDO LAS ORACIONES

«Yo te he invocado por cuanto tú, Dios, me oirás; inclina a mí tu oído, escucha mi palabra» (Salmo 17:6).

Si Dios sabe lo que es mejor para nosotros y hace su voluntad, ¿para qué molestarnos en orar? Aunque él haga su voluntad, quiere que participemos en el esfuerzo. Oramos por iniciativa propia. Dios no nos impone su voluntad.
«Ah, se trata de una especie de dilema», dirá usted. Es como decir que o bien usted hace lo que él quiere o bien no lo hace en absoluto. No se precipite. Cuando entendamos a quién oramos no desearemos que sea de otra manera. Nuestro Padre celestial quiere para nosotros cosas mucho mejores que las que nosotros mismos podamos desear.
Si nos matriculamos en la escuela de la oración, y asistimos regularmente, sucederán dos cosas. Una de ellas es que nunca nos graduaremos; la otra es que nunca seremos reprobados. Me encanta el texto de Pablo que habla de la oración como una red de seguridad: «De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu minino intercede por nosotros con gemidos indecibles. Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos» (Romanos 8:26, 27). ¡Magnífica promesa!
He aquí tres cosas que usted puede hacer para mejorar su experiencia de oración:
• Asegúrese de que no hay nada en su relación con su padre terrenal que pueda dificultar su relación con el Padre celestial. Si usted descubre que hay problemas por resolver, pida a Dios el maravilloso don del perdón.
• Consiga una concordancia bíblica y busque la palabra «santo». Lea los textos que se refieren a la santidad de Dios. Asegúrese de que tiene un concepto claro en cuanto a qué quiere decir la Biblia cuando declara que Dios es santo.
• Dígale a Dios que está dispuesto a hacer su voluntad en todos los aspectos de su vida. Piense en los cambios específicos que tendrá que hacer para que esto suceda.
El amor de Dios quiere lo mejor para nosotros. La sabiduría de Dios sabe qué es lo mejor para nosotros. El poder de Dios puede lograrlo. Basado en Mateo 6:5-13.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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