«Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa» (Mateo 6:16).
Hace años, mi familia y yo vivíamos en un país en el que, una vez al año, se observa un mes entero de ayuno. La gente no come ni bebe desde la salida del Sol hasta su puesta. En consecuencia, los restaurantes están cerrados y si uno se aventura a salir a la calle tiene que llevar consigo el almuerzo.
Recuerdo especialmente un incidente que tuvo lugar durante un vuelo de la compañía aérea de ese país. Tuvo lugar alrededor de las 3:00 de la madrugada, cuando yo trataba de dormir un poco. De repente las luces de la cabina de pasajeros se encendieron y el personal de a bordo empezó a servir una comida completa. Yo estaba desconcertado. Que supiera, no habíamos cruzado ningún huso horario. Entonces se me ocurrió pensar que para la mayoría de los pasajeros esa comida antes del amanecer sería lo único que comerían hasta el atardecer.
Según sus practicantes, el ayuno anual tiene dos motivos: (1) el hambre y la sed les recuerdan el sufrimiento de los pobres, y (2) ayunar es una oportunidad magnífica para ejercitar el dominio propio y, por ende, limpiar el cuerpo y la mente. En ese país en concreto hay tres grupos de personas que están exentos de practicar el ayuno anual: los niños en edad de crecer, los ancianos y los enfermos. Un hombre me confesó que cada año caía «enfermo» antes de empezar el mes de ayuno.
¿Está el Señor satisfecho si pasamos hambre? ¿Qué dice sobre el ayuno? «He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como lo hacéis hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. ¿Es este el ayuno que yo escogí: que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como un junco y haga cama de telas ásperas y de ceniza? ¿Llamaréis a esto ayuno y día agradable a Jehová? El ayuno que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo?» (Isa. 58:4-6).
Prefiero el ayuno que escogió el Señor. Basado en Mateo 6: 16-18
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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