Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien (Romanos 8:28).
La mayor parte de los inventores que ha habido a lo largo de la historia no tenían el objetivo de ganar dinero ni de mejorar su situación económica cuando trabajaban en sus inventos. Más bien deseaban resolver un problema, suplir una necesidad, o combatir un mal; trabajaban y se desvelaban para beneficio de la sociedad.
Nosotras también hemos sido escogidas para que seamos una bendición para aquellas personas con las que nos relacionamos; para que seamos una luz especial en nuestro hogar o en el medio social donde nos toque desempeñarnos.
Cuando estemos convencidas del llamamiento divino nos daremos cuenta de que hay algo más importante y más grande que nosotras mismas; la satisfacción del yo dejará de ser el principal objetivo de nuestras vidas. Experimentaremos una imperiosa necesidad de acudir a diario a la fuente de todo gozo para allí nutrir nuestro corazón. Entonces estaremos en posición de compartir con los demás ese extraordinario gozo que únicamente imparte el Señor. Pregúntate: «¿Dónde estoy? » «¿En qué dirección estoy avanzando?». Escucha nuevamente la voz de Dios a través de su Palabra. Confía en él y él enderezará tus pasos y te mostrará el camino correcto.
«Se necesitan mujeres de principios firmes y carácter decidido, mujeres que crean que realmente estamos viviendo en los últimos días y que tenemos un mensaje de amonestación para ser dado al mundo [...]. Cuando el amor de Dios y de su verdad sea un principio permanente, no permitirán que nada las aparte de su deber ni las desanime en su obra. Se necesitan mujeres que no se crean importantes, sino que sean de modales amables y humildes de corazón, que trabajen con la humildad de Cristo siempre que puedan encontrar algo que hacer para la salvación de las almas» (El ministerio de la bondad, pp. 156-157). Cada acto de amor y fe que podamos realizar es una nueva oportunidad para crecer, para renovar nuestra vocación de servicio.
Recuerda que este instante no volverá a repetirse jamás.
Por lo tanto, todo el bien que puedas hacer, toda la bondad que puedas demostrar a un ser humano deberías realizarlo ahora mismo. No has de diferirlo, no has de descuidarlo; porque no volverá a presentarse jamás. La felicidad no es mañana, la felicidad es tener ahora a Jesús, la fuente de todo gozo.
Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Elizabeth Pachecho
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