No te avergüences, pues, de dar testimonio a favor de nuestro Señor. 2 Timoteo 1:8.
Carrie era la gran favorita para ganar la corona en el concurso Señorita Estados 2009. Pero cuando todo parecía apuntar en esa dirección, la pregunta de Pérez Hilton, uno de los jueces, cambio por completo la situación.
—Hace poco —dijo Pérez Hilton— Vermont se constituyó en el cuarto estado en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Crees tú que cada estado debería hacer lo mismo?
Pregunta cargada de dinamita. Carrie sabe que su respuesta le puede costar la corona. ¿Dirá al juez lo que él quiere escuchar, o será fiel a sus convicciones?
Yo creo que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer —respondió Carrie—. No es mi deseo ofender a nadie, pero así fui criada y así creo que debe ser: entre un hombre y una mujer.
Apenas Carrie concluyo, se escucharon los abucheos. El concurso siguió adelante, pero Carrie Prejean, representante de California, sabía que para ella el evento había terminado. El mismo juez que le hizo la pregunta comento después de finalizar la competencia: «Perdió por esa pregunta. Su respuesta ofendió a millones de homosexuales y lesbianas en los Estados Unidos» (www.abcnews.go.com; 20 de abril de 2009).
Ahora bien, ¿no podría haber dado Carrie una respuesta que no la compromeriera? Por ejemplo: «Este es un tema muy delicado. Creo que cada individuo tiene que decidir qué es lo mejor. A fin de cuentas, lo más importante es el amor».
¿Podría haberlo hecho? Permitamos que ella misma responda: «Mi respuesta me costó la corona [...]. Pero dije lo que pienso. Exprese la opinión que le hace honor a lo que soy y eso es todo lo que puedo hacer. [...]. Aprendí desde pequeña a no negociar jamás mis convicciones ni mis opiniones, por nada del mundo».
Es decir, no podía dar la respuesta complaciente, porque al hacerlo habría negado la esencia de su individualidad; sus convicciones. Y para Corrie esas convicciones no son negociables.
¡Que bueno es saber que todavía hay jóvenes de este calibre! Cuando lo que está de por medio tiene que ver con los principios, no hay nada en este mundo que los aparte de la senda del deber.
¡Eres tú también capaz de renunciar a la fama, al dinero y al poder para ser fiel a tus principios?
Ayúdame, Señor, a ser fiel a mis convicciones, no importa cuál sea el costo que tenga que pagar.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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