lunes, 19 de marzo de 2012

«NO OS ANGUSTIÉIS»

«No os angustiéis, pues, diciendo: "¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?"» (Mateo 6:31).

No puedo dejar de insistir en que, al decir que no debemos angustiarnos (preocuparnos) por las cosas temporales, Jesús no sugirió que tengamos que preocuparnos por las cosas espirituales. Más bien dijo que las cosas espirituales deben ocupar el primer lugar de nuestros pensamientos. En otras palabras, es necesario que nos ocupemos más de las cosas espirituales que de las temporales.
Una vez más, es preciso destacar que Jesús no sugiere que tengamos dos vidas: una espiritual y otra secular. Se refiere a lo espiritual y a lo temporal. Ahora bien, lo secular también es temporal, porque pasará. Por tanto, Jesús dice que no tenemos que invertir lo mejor de nuestro tiempo, de nuestros pensamientos y de nuestros recursos económicos en cosas que son temporales y que pasarán; sino que es preciso poner el énfasis en las cosas espirituales porque son eternas. Cuando lo hagamos descubriremos que la vida se transforma por completo.
Jesús llegó a decir que no tenemos que preocuparnos demasiado por lo que nos sucede hoy (Mat. 6:25) o cómo será el mañana (Mat. 6:34). Preocuparse por el futuro es inútil. La preocupación hace que las nubes de mañana enturbien el sol de hoy. Una densa niebla de treinta metros de altura que cubre una superficie equivalente a siete manzanas de casas contiene menos de un vaso de agua fragmentado en sesenta mil millones de diminutas gotitas. No es mucha agua, pero puede paralizar una ciudad entera.
Por lo general, la ansiedad de las personas está relacionada:
  • un cuarenta por ciento con cosas que nunca pasarán,
  • un treinta por ciento con cosas del pasado que no se pueden cambiar, un doce por ciento con cosas, la mayoría de las veces falsas, relativas al qué dirán,
  • un diez por ciento con la salud, que empeora con la tensión y el estrés y un ocho por ciento con problemas reales que es preciso afrontar.
Así pues, no cuesta entender el proverbio sueco que dice que, «a menudo, las preocupaciones hacen que cosas pequeñas tengan una sombra enorme».
He aquí una promesa para hoy: «Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino te acostara y tu sueño será grato» (Prov. 3:24).
Amado padre que estas en los cielos, ayúdame a no ser una densa niebla para mi familia. Quiero ser como el Sol. Cuando se sientan desanimados, dame palabras de aliento. Cuando los vea con el ceño fruncido, haz que mi repuesta sea una sonrisa. Basado en Mateo 6: 34

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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