Clamé a ti, Jehová; dije: «¡Tú eres mi esperanza y mi porción en la tierra de los vivientes!» (Salmo 142: 5).
Hay diversas formas de protegerse de un tornado o de un huracán. Se afirma que uno de los lugares más seguros para estar durante alguna de esas tormentas es bajo tierra. Muchas de las casas en las zonas susceptibles de sufrir tornados tienen refugios ubicados en los sótanos.
Nuestra protección se encuentra en la relación que tengamos con Cristo. Esa relación debe estar bien arraigada y no ser algo superficial, o que se base en las apariencias. Nuestras raíces deben permanecer firmemente ancladas en la fe de Jesús, para que los vientos de tormenta no las puedan remover. Jesús será nuestro inconmovible «refugio» en medio de la tempestad que se avecina.
Se les aconseja a quienes viven en lugares susceptibles de sufrir tornados que en caso de emergencia acudan a una habitación o cuarto pequeño, permaneciendo arrodillados debajo de un mueble pesado. Ese «cuarto pequeño» representa nuestra comunión, el acto de arrodillarnos a diario delante del señor. «Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto» (Mat. 6:6).
Al caer de rodillas ante el Señor podremos acercarnos a su trono de misericordia. De esa forma el Espíritu Santo tomará posesión de nuestro corazón. Nuestras vidas serán transformadas y nuestra fe fortalecida a través de los lazos de su maravilloso amor y de su poder perdonador.
También se recomienda a quienes se encuentran fuera de sus casas durante un tornado o tormenta que traten de guarnecerse en alguna zanja o depresión del terreno. De esa forma se protegerán de los escombros u objetos que hayan sido lanzados al aire por el viento. La Biblia puede representar ese escudo que nos protege de los escombros del miedo, la duda y el desánimo. Necesitamos «refugiarnos», escondernos, en la Palabra de Dios, llenando nuestras mentes con sus dichos y promesas, para evitar así los dardos del enemigo.
Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Jenny Avaylon
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