«Porque así dice Jehová a todo hombre de Judá y de Jerusalén: "Arad campo para vosotros y no sembréis entre espinos"» (Jeremías 4: 3).
¿Por qué los agricultores aran los campos antes de sembrar? Parece un trabajo excesivo. ¿Por qué no arrojan las semillas en el campo yermo y se conforman con lo que venga?
Los agricultores quieren buenas cosechas. Saben que la tierra tiene que ser roturada y ablandada para que las semillas, después de cubrirlas, puedan abrirse paso hacia la superficie y empiecen a crecer. Las semillas que caen en el sendero, donde la tierra ha sido compactada por el tránsito, no pueden echar raíces.
Los corazones pueden volverse indiferentes y endurecerse tanto como el polvo del camino. Es posible que alguien que asiste a la iglesia no busque la bendición. No quieren adorar a Dios ni para permitir que los cambie algo que escuchen. Están ahí «porque toca» o, sencillamente, por costumbre. Su corazón se parece más a una carretera que a un campo de trigo.
Tienen el corazón apisonado por los camiones de la maldad de Satanás. Por ella circulan los automóviles del orgullo y los pies del codicioso materialismo, hasta el punto de volverla dura como el hormigón. No les queda tiempo para pensar en la religión. El camino de su corazón es como una carretera atascada en la que no queda espacio para que germine el trigo. Y, si empieza a crecer, unos pies ásperos ya se encargarán de aplastar la verde brizna antes de que pueda madurar.
La parábola nos dice que las aves bajaron y se comieron la semilla. Hay muchos malvados prestos a llevarse el evangelio del corazón. El diablo, el príncipe de las tinieblas, aprovecha cualquier oportunidad para arrebatarnos un buen pensamiento.
¿Cómo podemos evitar tener un corazón duro e indiferente? Dejando que el arado del Espíritu Santo lo roture y lo suavice, de modo que la semilla de la verdad pueda entrar en él y germinar.
«Debe cultivarse el jardín del corazón. Debe abrirse el terreno por medio de un profundo arrepentimiento del pecado [...]. Así también, solo se pueden vencer las malas tendencias del corazón humano por medio de esfuerzos fervientes en el nombre de Jesús y con su poder» (Palabras de vida del gran Maestro, p. 37). Si se lo permitimos, el Señor lo hará con nosotros. Basado en Mateo 13: 1-9
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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