miércoles, 9 de mayo de 2012

UNA PLEGARIA DESESPERADA


No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejercicios. (Zacarías 4:6).


Nadie tiene hijos perfectos. Ni siquiera existe la madre perfecta. Tampoco podremos hacerlo todo sin contar con alguna ayuda. Pero he descubierto un gran secreto que nos permite tener hijos perfectos, ser la madre perfecta y hacerlo todo en forma perfecta. El secreto es: tener un ayudante perfecto.
Dios está interesado en ayudar a los padres y madres para que críen correctamente a sus hijos. Él se deleita cuando admitimos nuestras debilidades, porque es entonces cuando puede concedernos la sabiduría y el poder que necesitamos, obrando por medio del Espíritu Santo. Se dice que Dios anhela y espera la plegaria de una madre que, reconociendo sus limitaciones, pide la ayuda que desciende de lo alto.
Creo que en ocasiones Dios utiliza a nuestros hijos con el fin de captar nuestra atención. Él desea reinar en nuestras vidas; sin embargo, si creemos que el éxito se puede lograr mediante nuestras propias fuerzas y capacidades, no estaremos en disposición de atender a las instrucciones encontradas en su Palabra.
En el Salmo 127: 1 leemos que «si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guarda la ciudad, en vano vela la guardia».
«Esta es vuestra obra, padres: desarrollar los caracteres de vuestros hijos en armonía con los preceptos de la Palabra de Dios. Esta obra debería ocupar el primer lugar, porque implica intereses eternos. La edificación del carácter de vuestros hijos es de más importancia que el cultivo de vuestras granjas, más esencial que la edificación de casas para vivir, o la ocupación en cualquier negocio o industria» (Conducción del niño, cap. 33, p. 182).
Querida hermana, debemos desear para nuestros hijos un carácter bien equilibrado. Esa es una obra de gran magnitud e importancia; una obra que requiere fervientes oraciones y un esfuerzo paciente y perseverante. Recordemos que no es con ejército ni con nuestras propias fuerzas, sino con el Espíritu Santo que podremos tener hijos, hogares y vidas perfectos.
Padre, reconocemos que solas no podemos hacer la obra que tú deseas que hagamos con nuestros hijos. Así mismo comprendemos que tu ayuda y dirección siempre están disponibles. ¡Deseamos asirnos de ti para tener hijos, hogares y vidas perlerías!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Ina Price

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