Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad. (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?). (1 Timoteo 3:4-5).
A través de la historia han surgido epidemias devastadoras que segaron millones de vidas. En el pasado la ciencia médica carecía de recursos para combatir dichas pandemias, aunque siempre se abrigaba la esperanza de encontrar soluciones y remedios para las mismas.
De forma parecida las familias se han visto afectadas a través del tiempo por graves problemas y dificultades. En la actualidad, una especie de epidemia las afecta, y me refiero a la relación entre padres e hijos, caracterizada en ocasiones por la falta de comunicación, la desconfianza, la pérdida de identidad, y otros problemas. Los padres han olvidado su labor como formadores del carácter, y han dejado de ejercer disciplina y de requerir obediencia tanto a las normas hogareñas como a las divinas.
Eli fue reprendido por Dios a causa de la mala conducta de sus hijos. De igual modo algunos padres actualmente dedican toda su energía física y emocional a la adquisición de recursos y bienes materiales, descuidando a sus hijos como hizo Elí. Si el padre no cumple con sus deberes sacerdotales, si no puede orar con sus hijos o llevarlos al templo; la madre debería hacerlo, ya que la prioridad de toda familia ha de ser ganar a sus hijos para Cristo.
Todos tenemos la oportunidad de hablar con Dios. Esa comunión nos permitirá recibir ánimo y esperanza ante los malos que aquejan a las familias. Dios escuchará nuestras súplicas, aunque nuestros problemas parezcan imposibles de resolver, y nos sintamos impotentes. ¡Jesús es nuestro amigo y Salvador y todo el cielo está interesado en nuestro bienestar y en acudir en nuestra ayuda!
Hermana, debemos orar a fin de obtener fuerzas para afrontar los deberes cotidianos; aunque a diario nos veamos hostigados por tentaciones, chascos, disgustos y tropiezos repentinos, Dios promete que recibiremos ese socorro para no caer en tentación y para cumplir con nuestros deberes como padres, de forma que nuestros hijos e hijas estén mejor capacitados para serle fieles. Podrán también apreciar más los valores cristianos aceptándolos como una bendición divina.
¡La esperanza brilla de día y de noche para los padres que confían en Dios!
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Blanca Dalila R. de Góngora
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