miércoles, 16 de mayo de 2012

ORAD LAS UNAS POR LAS OTRAS


Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. (Santiago 5:16).

Me agrada recordar que la Biblia nos exhorta a que oremos por los demás. Desde hace tiempo acostumbro a orar por muchas de las personas que conozco. Además, me encanta escribirles a mis amigos. Mi lista de direcciones ha ido aumentando con el paso de los años. Por supuesto que en nuestros días la comunicación es más fácil gracias al correo electrónico. Considero que es bueno estar en contacto con los demás, aunque solamente enviemos un breve mensaje, una oración o una frase agradable.
Mi esposo trabajó como evangelista de la Unión Española. En aquellos días me sentía angustiada a causa de algunas dificultades que enfrentábamos. Un día me pregunté si acaso oraban por mí algunas de las personas por quienes yo rogaba, ya que lo estaba necesitando mucho. Me acordé, entonces, de la esposa de un pastor jubilado que vivía cerca de nuestra casa. Cada vez que nos veía subir las maletas al auto para salir de viaje, la amable mujer me decía: «Janet, cada día oro por ti». Al recordar sus palabras experimenté una sensación maravillosa, sabiendo que había alguien que estaba intercediendo por mí ante el Señor. Aquella idea me dio fuerzas para continuar enfrentando las adversidades, con la confianza de que Dios nos ayudaría a superarlas.
He compartido en numerosas ocasiones esta experiencia con mis amigas con el fin de motivarlas a que oren unas por otras. Espero que también sirva para que nos animemos a hacer lo mismo; rogando al Señor por todas nuestras hermanas.
«¡Oh, cuan solemne e importante es la obra que se nos ha confiado! ¡Cuán abarcante es esta obra en sus resultados! ¿Cómo obtendremos la fuerza y la sabiduría necesarias para su exitoso cumplimiento? Como Daniel buscó al Señor, así lo hemos de buscar nosotros. Daniel dice: "Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno" (Dan. 9:3). Hemos de buscar al Señor con humildad y contrición, confesando nuestros pecados, y entrando en una estrecha unidad unos con otros. Hermanos y hermanas, orad, orad por vosotros y por los demás» (En los lugares celestiales, p. 330).
¡Permita el Señor que a su regreso nos encuentre intercediendo por nuestras hermanas y hermanos!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Janet Ribera de Diestre

No hay comentarios:

Publicar un comentario