sábado, 19 de mayo de 2012

UNA DECISIÓN DIFÍCIL


De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. (Juan 16:20).

Alrededor del año 2009, mi esposo y yo estábamos desempleados. Eran momentos difíciles especialmente porque teníamos dos niños pequeños que dependían de nosotros. Un día recibimos la noticia que tanto habíamos esperado: mi esposo había encontrado trabajo. Formaría parte de la nueva administración del ayuntamiento de la ciudad donde vivíamos. De allí en adelante todo comenzó a marchar mejor y nuestra situación económica se estabilizó. Pero algo en nuestro interior nos decía que aquel trabajo no era parte del plan de Dios para él.
Nosotros habíamos nacido y crecido en hogares adventistas, donde se nos había enseñado a obedecer la voluntad de Dios. Sin embargo, mi esposo trabajaba de lunes a sábado y eso nos atormentaba. Sabíamos que aquello no era lo correcto. Llegó el momento en que tuvimos que decidir si aceptábamos o rechazábamos obedecer a nuestro Salvador.
Mi esposo decidió renunciar a su trabajo. Yo puse el grito en el cielo y le dije que pensara bien las cosas, llevándolo incluso a dudar de su decisión. ¿Cómo me atreví a hacer tal barbaridad? Afortunadamente el Espíritu Santo, que siempre está a nuestro lado, me hizo reflexionar y recordar un conocido texto bíblico: «Confía en el Señor de todo corazón, y en tu propia inteligencia. [...] No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal» (Prov. 3: 5, 7 NVI). Finalmente, ambos decidimos que íbamos a ser fieles. Les confieso que terminé limpiando pisos en un restaurante y él trabajando en un hotel, pero estábamos satisfechos y nos sentíamos bendecidos.
Han pasado varios años y para gloria de Dios hoy los dos trabajamos para la Iglesia Adventista. Puedo decir que el Señor no desampara a los que guardan sus mandamientos. Recuerda que tenemos una gran promesa: «De cierto, de cierto os digo que vosotros lloraréis y lamentaréis, y en cambio el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo» (Juan 16:20-23). Al pensar en el pasado me pregunto: ¿Qué sería de nosotros si no tuviéramos en quien confiar? ¡Gracias, mi Dios, por todo lo que haces por nosotros!
Querida hermana, quizá tengas que tomar hoy alguna decisión difícil, pero no te desanimes, confía en el Señor, y él hará.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Mayeli Guevara de Hernández

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