«Pues si vosotros siendo malos sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» (Lucas 11:13).
De vez en cuando, en Florida, durante una tormenta, se interrumpe el suministro eléctrico. Cuando esto sucede, una simple vela me pone más contento que unas pascuas. He visto fotos de los tipos de lámparas que se utilizaban en los tiempos bíblicos. Para las damas de honor, sus lámparas eran algo tan cotidiano como en la actualidad son las linternas para nosotros. No es lógico que las cinco damas de honor necias se olvidaran de llevar aceite de más. Lo más probable es que no quisieran cargar con el recipiente.
Imagino que todas las diez jovencitas habían pasado la mayor parte del día preparándose para la fiesta de la boda. Prepararon los vestidos, se bañaron, se lavaron el pelo y se peinaron. Luego echaron un último vistazo al espejo y corrieron hacia el lugar donde tenían que esperar a los invitados a la boda.
Cuánto tiempo esperaron no lo sabemos. Pero sí sabemos que todas se durmieron y sus lámparas se apagaron. Mientras que las damas de honor sabias pudieron rellenar sus lámparas con el aceite de más que habían traído, el pánico cundió entre las cinco necias. Se dieron cuenta de que no podían echar la culpa a nadie que no fueran ellas mismas. Tuvieron que ir a toda prisa a la tienda y comprar más aceite (Espíritu Santo).
Para quien hoy quiere comprar el Espíritu Santo el mundo es un verdadero mercado. El aceite está a la venta por todas partes; tanto al por mayor, en las iglesias o en cualquier otra organización; como al por menor, en los detallistas individuales. Seguro que ha escuchado sus anuncios: «¿Quiere que lo sanen? ¿Le gustaría tener más dinero? ¿Busca usted bendiciones? ¿Y poder? Venga y cómpreme Espíritu Santo. ¡Yo tengo y lo vendo a buen precio!».
Los comerciantes de aceite solo son felices si venden. ¿No resulta curioso que, aunque las damas de honor necias no llevaran aceite de más, sí tomaran consigo dinero (o una tarjeta de crédito)? Hay quienes otorgan un gran valor a sus propios recursos. El peligro está en ser tan autosuficiente, tan orgulloso, que se piense que cualquier dificultad se resuelve comprando. El resultado es que tienen que quedarse en la oscuridad.
El aceite que el mundo ofrece se puede comprar, el verdadero aceite del Espíritu Santo es un don de Dios para los que se arrepienten. Basado en Mateo 25:1-13
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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