Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese. Filipenses 1:6.
Se cuenta la historia de un estudiante universitario que se caracterizaba por su impaciencia. Cuando quería algo, debía obtenerlo lo antes posible. Por eso cuando supo que su carrera universitaria le tomaría cuatro años, lo primero que hizo fue pedir una entrevista con el decano.
—¿No hay alguna carrera corta que me permita terminar en cuestión de unos meses?
—Todo depende de lo que tú quieras ser en la vida —respondió el decano—.
El proceso de desarrollo de un cedro toma muchos años; el de una calabaza, solo unos cuantos meses. ¿Qué quieres ser tú? (Walk Thru the Bible Ministries, Youth Walk Devotional Bible [Biblia devocional para el caminar joven], p. 85).
Vivimos en una era de resultados inmediatos. No solo queremos las cosas, sino que las queremos ya. Es la era de los hornos de microondas, los celulares, las supercomputadoras, de Internet, Facebook y los iPod. ¿Hay algo malo en disponer de estos adelantos de la ciencia y la tecnología? No, siempre que les demos el uso adecuado. El punto en cuestión aquí es que los aspectos de nuestro carácter que nos definen individualmente no se desarrollan de un día para el otro, ni siquiera en cuestión de meses. La vida no es una carrera de velocidad sino un maratón en el que es importante empezar bien y, por sobre todas las cosas, terminar bien.
Así, pues, si sientes a veces que tu vida espiritual no progresa al ritmo que quisieras y si te frustra tener que luchar con los mismos defectos de carácter, recuerda que, así como tú luchas con tus debilidades y defectos, los demás también están luchando para vencerlos. Incluso la gente que admiras está librando sus propias batallas. Por otra parte, el hecho de que experimentes caídas no significa que Dios haya fracasado contigo; significa, más bien, que no ha terminado, que el proceso de crecimiento está en marcha.
Aunque no lo parezca, Dios está trabajando ahora mismo contigo para hacer de ti una persona con responsabilidad moral y espiritual. Pero mucho depende de lo que quieras lograr en la vida: la fortaleza de un cedro o la fragilidad de una calabaza.
Señor, sigue trabajando en mí de modo que pueda crecer como Jesús, física, mental y espiritualmente.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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