Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Hebreos 13:8
«En la vida uno necesita mantener una constante. Para mí esa constante es Dios». Estas son las palabras de un joven de 16 años de nombre William. ¿Qué quiso decir él con eso de que Dios es su constante? Por el trabajo de su padre, la familia de William se ha mudado varias veces. Con cada cambio de domicilio William ha tenido que dejar atrás parte de su corta vida, especialmente a sus amigos. Al establecerse en una ciudad diferente, en ocasiones le ha tocado enfrentar la presión de los nuevos amigos, que lo invitan a hacer cosas indebidas. Pero gracias a los valores que sus padres le han trasmitido, William no fuma, no toma alcohol ni consume drogas. ¿Cómo ha logrado mantenerse fiel a sus principios?
Cuando lo invitan a participar en actividades indebidas, su respuesta es terminante: «Yo no participo de esas cosas». Después de haberse negado, William dice que queda con una mezcla de sentimientos. Por un lado, siente la satisfacción de haber permanecido fiel a sus principios. Pero por el otro, siente que hay un muro de separación entre él y sus amigos. Sabe que para derribar ese muro de separación alguien tiene que cambiar. «Por razones de integridad personal —dice William— no seré yo quien cambie».
Me gusta eso último. Si para que su amistad con el grupo se mantenga, William tiene que cambiar, ¡que se olviden! No será él quien cambie. ¿Por qué él no cambia sus principios? Porque ha encontrado en Jesucristo a un Amigo fiel, quien tampoco cambia, y con quien mantiene una constante comunicación por medio de la oración.
Y luego agrega: «Dios me ha ayudado a enfrentar la pérdida de amigos y también los cambios de residencia. Cuando uno se muda toda cambia. [...]. Es posible incluso perder los valores, porque hay todo un montón de cosas nuevas por delante. Es entonces cuando se hace necesario tener una constante. Y para mí, esa constante es Dios" (Stephen Arterburn , Carol Wilde y Gary Wilde, Young Believer Case Files [Casos sobre creyentes jóvenes], pp. 97-101).
¡Qué bien! En un mundo cambiante, este joven ha encontrado una constante: la amistad de Jesús. ¿La has encontrado también tú?
Gracias, Señor, porque en un mundo cambiante tu amistad permanece
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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