Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. (Juan 8:32).
Pedrito había dado muerte a un pato que su mamá tenía en el patio. Su hermana, que conocía el caso, lo amenazaba diciéndole que lo iba a contar. Sin embargo, su mamá había visto lo sucedido desde una ventana, pero no había hecho comentario alguno. Pedrito, cansado del acoso de su hermana, confesó a su madre lo que había pasado, quedando libre del temor, de la culpa y de las presiones de su hermana.
Experimentamos algo parecido a la situación de Pedrito cuando vivimos presionadas por los problemas de la vida, temerosas del futuro. Sin embargo, Dios desea que mediante la confianza en él podamos vivir en plena libertad. Jesús, durante su conversación con Pilato, dijo: «Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz» (Juan 18:37).
«Cristo nunca aduló a nadie. Nunca engañó ni defraudó, nunca cambió su rectilínea justicia para obtener el favor o el aplauso. Siempre expresó la verdad. La ley de la bondad estuvo en sus labios y no hubo engaño en su boca. [...] Imite el ejemplo de aquel que vivió la ley de Jehová, que dijo: "He guardado los mandamientos de mi Padre" (Juan 15:10). Los que sigan a Cristo continuamente mirarán la perfecta ley de libertad» (A fin de conocerle, p. 64)
Mi mayor anhelo es que la verdad divina pueda ser la única norma de justicia en nuestras vidas. Ojalá que podamos compartir el amor de Dios, alcanzando a nuestros prójimos y a nuestras familias.
¿Quieres ser verdaderamente libre? Acepta a Jesús en tu vida y vive de acuerdo a aquel que es «la verdad y la vida».
Señor, ayúdame a conocerte y a aceptarte como mi única verdad. Permite que pueda vivir en plena libertad contigo.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Coraduma Escobar de Villareal
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