martes, 26 de junio de 2012

EN EL NOMBRE DE JESÚS


«Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso» (Salmo 82: 3).

«¿Por qué tuvo que despilfarrar todo ese dinero?», murmuraban todos. Sin embargo, el murmullo era lo suficientemente alto como para que María pudiera escuchar lo que se decía. Su corazón se vino abajo y se sonrojó avergonzada. Aquel viejo temor, el miedo a no responder a las expectativas, había vuelto a apoderarse de ella. La había perseguido toda su vida. Nunca fue lo suficientemente buena para Marta, quien había llegado a quejarse de ella a Jesús, diciéndole que no ayudaba como es debido en casa. Ahora tenía miedo de que Marta la criticara por gastarse una pequeña fortuna en aquel ungüento. Y también Jesús, podría pensar que era una extravagancia.
Carente de toda disculpa o excusa, estaba a punto de encogerse, cuando se escuchó la voz del Señor: «¡Déjenla! ¿Por qué la molestan?». Vio que estaba avergonzada e inquieta. Sabía que las acciones de María procedían de su gratitud por haber sido perdonada y puso de relieve sus intenciones.
Levantando la voz por encima del murmullo de críticas, dijo: «María hizo conmigo una buena obra. Ustedes hablan de los pobres. Pero ustedes siempre tendrán pobres con ustedes y siempre que lo deseen podrán hacer buenas obras con ellos. En cambio, a mí no me tendrán siempre. Ella hizo lo mejor que pudo hacer. De hecho, ha sido la primera en ungir mi cuerpo para el sepulcro».
Los que tienen un corazón inclinado a hacer el bien, no tienen necesidad de quejarse porque les falta la oportunidad. Jesús nos dice: «Quizá no puedas honrarme en persona, pero lo que hagas por los demás, a mí me lo haces». Cristo no iba a estar constantemente en cuerpo en este mundo. Dijo que era convenirme que él se fuera. Decir que en el Servicio de Comunión su presencia es real se  contradice lo que él mismo dijo: «A mí no siempre me tendréis».
De aquí tenemos que aprender la lección de que todo lo que hagamos o planeemos hacer algún día en nombre de Jesús no tiene que ser pospuesto. Si tiene que escribir una nota de agradecimiento, hágalo hoy mismo. Si tiene que hacer una llamada telefónica amable, no la deje para mañana. Si quiere visitar algún enfermo, no espere a mañana. Si quiere decirle a su cónyuge cuánto lo ama, dígaselo hoy mismo. Si quiere jugar con sus hijos, no lo demore hasta mañana.  Hágalo todo hoy en nombre de Jesús. Basado en Mateo 26:6-13

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

No hay comentarios:

Publicar un comentario