lunes, 16 de julio de 2012

LA DEPRESIÓN



Luego de caminar todo un día por el desierto, fue a sentarse debajo de un enebro. Entonces se deseó la muerte y dijo: «Basta ya, Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres» (1 Reyes 19:4).

La depresión requiere un tratamiento adecuado.  Como en el caso de cualquier otra enfermedad, los síntomas podrían ser una indicación de que algo no anda bien. La depresión afecta la mente, el cuerpo y el comportamiento de una persona. Algunos de los síntomas más comunes incluyen el retraimiento, una sensación perenne de tristeza, ansiedad, fatiga y falta de energías, dificultad para concentrarse y deseos de suicidarse.
¿Puede un cristiano sufrir depresión? ¡Desde luego que sí! El profeta Elías, tras su éxito en el monte Carmelo y al enterarse de las amenazas de Jezabel, experimentó un gran temor y se deprimió. Incluso le pidió al Señor que le quitara la vida. El Señor lo escuchó y envió a un ángel para que le llevara agua y comida y lo reanimara. El estímulo y las energías recibidas le permitieron sostenerse durante cuarenta días adicionales.
Luego Elías se refugió en una cueva y allí lo encontró Dios. Cuando el Señor le habló, Elías comenzó a compadecerse de sí mismo, quejándose de que era el único que había quedado en Israel que servía al Dios verdadero.  Él Señor aprovechó para hacerle ver su grandeza, algo que puso de manifiesto en una voz pausada y suave. Dios le aseguró que no debía sentir temor. Además le brindó otro tipo de ayuda que hoy llamaríamos «terapia ocupacional». Le encargó algunas tareas específicas: ungir a Asael como rey de Siria, a Jehú como rey de Israel y a Eliseo como su sucesor. Luego le reveló que en el pueblo de Israel había siete mil personas que no habían inclinado sus rodillas delante de Baal. A Elías le convino escuchar todo aquello.
En un caso de depresión es importante que busquemos ayuda profesional y que reconozcamos la presencia de Dios, así como su deseo de ayudarnos. Él jamás abandona a sus hijos.  ¡No te alejes de aquellos que pueden ayudarle! La gracia de Dios es demasiado amplia y puede abarcarnos a todos.
Mi querida hermana, gózate en su bondad, que se renueva cada mañana. ¡Dios es nuestro auxilio en la tribulación!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Shirnet Wellington

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