El que tenga oído, oiga lo que el espíritu dice a las iglesias (Apocalipsis 2:29).
Uno de los relatos más tristes de la historia humana está registrado en el capítulo tres del libro de Génesis. Allí se describe la forma en que los seres humanos perdieron su acceso al árbol de la vida, permitiendo con ello que la muerte y el dolor entraran en este mundo. Adán asimismo perdió su autoridad sobre la naturaleza y su derecho a ser respetado como gobernante del planeta.
La revelación de Jesucristo encontrada en el Apocalipsis nos llena de esperanzas al afirmar que recuperaremos todo lo que perdimos por causa del pecado. Así, en el último libro de la Biblia leemos que los vencedores de:
- Éfeso: tendrán derecho a comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso;
- Esmirna: no sufrirán a causa de la segunda muerte y se les dará la corona de la vida;
- Pérgamo: recibirán el maná escondido y una piedrecita blanca con un nombre nuevo;
- Tiatira: obtendrán autoridad sobre las naciones;
- Sardis: se vestirán con vestidos blancos y sus nombres no serán borrados del libro de la vida;
- Filadelfia: serán una columna en el templo de Dios y no saldrán jamás de allí;
- Laodicea: se sentarán con Jesús en su trono.
¡Qué maravillosa gracia! Nuestro Dios nos anima a perseverar, a retener lo bueno, a cumplir su voluntad, a no mancharnos, a aferramos al evangelio, a ser fervorosas, a arrepentirnos, a ser fieles hasta la muerte ¡y a vencer en su nombre!
Mantengamos nuestras miradas fijas en Cristo. Caminemos en sus sendas, cumplamos sus estatutos y preceptos. Hermana, ¡esperemos con gozo a la Jerusalén celestial!
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Digna Elvira Brañez
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