miércoles, 18 de julio de 2012

LOS NEGOCIOS DE NUESTRO PADRE


«Entonces él les dijo: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?"» (Lucas 2:49).

Intente imaginarse cómo se debieron sentir María y José cuando, después de un extenuante viaje para celebrar la Pascua en Jerusalén, no encontraban a su hijo Jesús de doce años. Como habían viajado con muchos parientes, no lo habían echado de menos hasta que, al cabo de un día, habían llegado a Nazaret. Por lo tanto, tuvieron que volver sobre sus pasos con el único motivo de pasar tres días buscando a Jesús en Jerusalén. Finalmente, lo hallaron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, a los cuales escuchaba y planteaba preguntas que los dejaban atónitos.
«Su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos buscado con angustia". Entonces él les dijo: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?"» (Lucas 2:48,49).
Han transcurrido dos mil años y ha llegado nuestro turno de llevar a cabo la misión que Dios nos ha encomendado. Nos ha llegado el momento de «estar en los negocios del Padre». Al dedicar la vida a Jesús adquirimos la responsabilidad de estar en los negocios de nuestro Padre en casa, en la iglesia y allí donde vivimos. El diablo intenta distraernos. Nos tienta para que nos ocupemos de cualquier otro negocio que no sea el más importante de todos, el de nuestro Padre. 
Durante la Pascua Jesús, que tenía doce años, empezó a darse cuenta de quién era y para qué había venido al mundo. Evidentemente, nosotros tenemos más de doce años; pero es importante que nos demos cuenta de que, cuando nos puso en el mundo, Dios tenía un propósito. A menudo oímos sermones inspiradores. Vemos que en la iglesia hay quienes están dotados de talentos extraordinarios y pensamos que ese no será nuestro caso. La verdad es que no podemos ser como los demás. Dios nos ha hecho irrepetibles. Para cada uno de nosotros tiene una misión que nadie más puede desempeñar.
Habrá notado que en este libro he dicho ya varias veces que tengo razón al decir que nuestra primera misión está en el hogar, con los miembros de la familia. Esto significa que no es preciso ir muy lejos para empezar a cumplir con ella porque ya estamos en el lugar adecuado. Basado en Lucas 2:41-49

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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