domingo, 8 de julio de 2012

NÚMERO UNO


También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. Cuando encontró una de gran valor fue y vendió todo lo que tenía y la compró.  Mateo 13:45,46, NVI

Sundar era un joven hindú a quien aparentemente no le faltaba nada. Pertenecía a una familia adinerada, había sido bien instruido en los principios del hinduismo, y se perfilaba como un promisorio maestro de religión.
Cierto día, cuando Sundar tenía solo catorce años de edad, su madre murió. Entonces su vida cambió por completo. El joven tranquilo se tornó violento. Perseguía a los predicadores cristianos, lanzaba piedras a los misioneros, e incluso llegó a quemar una Biblia delante de sus amigos.
Mientras tanto, había un enorme vacío en su corazón. Trató de llenarlo con las prácticas del hinduismo, pero no lo logró. Entonces Sundar pensó en quitarse la vida, pero la noche previa a la ejecución de su fatídico plan, escuchó la voz de Cristo que le decía: «¿Por qué me persigues? Yo morí por ti». Apenas amaneció, comunicó a su padre su firme decisión de aceptar a Jesús como su Salvador.
Su padre lo expulsó de la casa y lo desheredó. De nada sirvió. Sundar dedicó el resto de su vida a predicar, de pueblo en pueblo, el nombre de su Salvador.
¿Qué encontró en el cristianismo? Esta pregunta se la hizo cierta vez un profesor de Religiones Comparadas.
—Sundar, ¿qué has encontrado en el cristianismo que no encontraste en el hinduismo?
—He encontrado a Cristo —respondió Sundar, sin vacilar, —Eso lo sé —replicó el profesor—. Lo que quiero decir es qué enseñanza en particular encontraste.
—Lo particular que he encontrado es... Cristo.  Al igual que el comerciante de la parábola (ver Mat. 13:45,46), el joven Sundar encontró la Perla de gran valor: Cristo.
Ahora, en un plano más personal, te pregunto: ¿Es el Señor Jesús tu mayor tesoro? ¿Podrías decir que todo lo que más amas en esta vida ocupa el segundo lugar, porque Cristo es el número uno en tu corazón? Solo tú puedes responder, pero si permites que Cristo sea el número uno de tu vida, entonces todo lo demás vendrá por añadidura.  Y  todo lo demás significa todo lo que en esta vida verdaderamente vale la pena.
Señor Jesús, quiero que seas el número uno en mi vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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