martes, 3 de julio de 2012

¿A QUIÉN TIENEN QUE ENFOCAR LOS REFLECTORES?


¡Miren, ese es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! Juan 1:29.

Imagina que estás buscando trabajo. Compras el periódico y buscas la sección de los clasificados. Un anuncio en particular te llama la atención. Dice algo así:  «Se necesita un joven que esté dispuesto a vivir en el desierto. Su ropa de trabajo será de pelo de camello; y su alimentación, miel y langostas. Tiene que estar preparado para duros enfrentamientos con los líderes de la comunidad. Y cuando aparezca alguien mejor, deberá irse con la misma rapidez con la que apareció».
¿Qué joven en su sano juicio aceptaría semejante trabajo? La Biblia habla de uno: Juan el Bautista. Cuando Dios necesitó de «una voz» que hablara en su nombre, Juan dijo: «¡Aquí estoy!».
Juan el Bautista sabía que su trabajo consistía en no atraer atención sobre su persona, sino en dirigirla hacia el Mesías, Jesucristo. Pero muchos se emocionaron con él y creyeron que él era el Mesías. Cuando le preguntaron si era el Cristo, simplemente respondió: «No soy». Entonces le preguntaron si era Elias, el profeta.
—No soy Elías —contestó.
Sin embargo, la gente siguió insistiendo:
—¿Entonces quién eres?
—Soy una voz que grita en el desierto —dijo Juan—. Pero entre ustedes hay uno a quien no conocen, uno que viene después de mí. Yo ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias (ver Juan 1:19-27).
¡Qué grande fue Juan el Bautista! Cuando la atención se apartó de él, y la gente se agolpó alrededor de Jesús, Juan se hizo a un lado sin amarguras. Al referirse a Jesús, dijo: «Él ha de ir aumentando en importancia, y yo disminuyendo» (Juan 3:30).
¿Dónde radicó la grandeza de Juan? En que nunca perdió de vista que solo Cristo es digno de alabanza. En un mundo donde muchos están tratando de atraer la atención hacia ellos mismos, Dios nos llama a señalar a Jesús, «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29).
¿Tienes talentos musicales? ¿Eres un estudiante destacado? ¿Tienes el don de la simpatía? ¿Eres físicamente atractivo o atractiva? Cualquiera sea tu don, recuerda que es el Señor Jesús quien merece toda la alabanza. Solo a él tienen que enfocar los reflectores.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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