Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían [...] ser renovados en la actitud de su mente. Efesios 4:22.23, NVI.
Tony Meléndez nació sin brazos, como consecuencia de una medicina que su madre tomó durante el embarazo, pero esa limitación no le impidió aprender a tocar la guitarra con los dedos de los pies.
A diferencia de Tony, Paul nació con manos, pero no las puede usar. Sin embargo, esta limitación no ha impedido que Paul Longmore se convierta en un escritor con reconocimiento internacional. Escribió su primer libro con un lápiz que sostenía en sus labios y que le permitía tocar las teclas de la computadora. Además de escritor, Paul es profesor de Historia de la Universidad Estatal de San Francisco (Lewis Smedes, A Pretty Good Person [Una persona bastante buena], pp. 35, 36). ¿Cómo pudieron estos dos hombres elevarse por encima de sus limitaciones físicas? Creo que, en gran medida, fue gracias a su actitud. Nota que dije actitud, no aptitud.
Las aptitudes son nuestras capacidades y talentos. Como es de suponer, hay gente con más habilidades que otras, como lo enseña la parábola que contó el Señor Jesús: unos han recibido cinco talentos, otros dos, otros solo uno. Las actitudes, por otra parte, se refieren a la manera particular como interpretamos nuestras experiencias (con la gente que nos rodea y las cosas que nos pasan), y la forma como decidimos responder a esas experiencias.
Que una persona nazca sin brazos es, a simple vista, algo malo. Pero ese hecho no tiene por qué convertir a esa persona en una amargada. La clave está en cómo decida responder esa persona a semejante circunstancia adversa. ¿Qué actitud asumieron Tony y Paul ante la adversidad? Asumieron una actitud positiva. No permitieron que las circunstancias adversas mataran sus sueños.
¿Tienes alguna limitación física? ¿No eres tan inteligente como otros? ¿No eres muy bueno en los deportes? ¿Tu físico no es tan atractivo como quisieras? Estas circunstancias no tienen por qué arruinarte la vida, a menos que tú lo permitas.
Recuerda que tú decides cómo responder a lo que te pasa. Y también recuerda que Dios estará siempre a tu lado, para ayudarte en medio de las circunstancias más difíciles de tu vida.
Padre celestial, ayúdame a apreciar los dones que tengo, y a no lamentarme por los que no tengo.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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