«Yo soy la rosa de Sarón, el lirio de los valles» (Cantar de los Cantares 2:1).
Pocas flores hay que sean tan delicadas y bellas como el lirio de los valles. A los fotógrafos les encanta captar su imagen. Su uso como adorno en las bodas está muy extendido. Es especialmente popular en Europa, donde aparece en varios escudos de armas. En Francia es tradición venderla por las calles el primero de mayo.
Desde antiguo, millares han apreciado la belleza de los lirios en todas sus variantes. Cuando el rey Salomón dio instrucciones para construir el templo, ordenó que las dos columnas de la entrada estuvieran coronadas por sendos capiteles de dos metros de altura en forma de lirio (ver 1 Rey. 7:19). A la columna de la derecha la llamó Jaquín y a la de la izquierda Boaz (vers. 21).
Un día Jesús tenía que enseñar una lección importante al pueblo y a sus discípulos en particular. Quería ponerlos en guardia ante un pecado específico, el de la distracción y la preocupación desconfiada por los asuntos de la vida; porque la preocupación es señal de que tanto el tesoro como, por consiguiente, el corazón, están puestos en cosas terrenales.
Dijo: «¿Por qué preocuparse por tantas cosas?». Luego hizo que la atención se centrara en las flores que salpicaban la ladera de la colina: «Y por el vestido, ¿por qué os angustiáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se quema en el homo, Dios la viste así, ¿no liará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?» (Mat. 6: 28-30).
El lirio de Palestina al cual se refería Jesús no es la pequeña flor blanca en que solemos pensar; es una flor silvestre común, que crece en el camino. Es, por lo tanto, una flor accesible a todos. De la misma manera, Jesús quiere que todos sepan que él es humilde y es fácil acceder a él. Él nos invita a tomarlo, llevarlo ron nosotros a casa y permitir que el perfume de su vida nos dé alegría y consuelo. Vino para todos: ricos y pobres, jóvenes y viejos. También vino para usted. Basado en Lucas 12: 27
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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