Las palabras en el momento oportuno son como manzanas de oro incrustadas en plata. Proverbios 25:11
Es impresionante el poder que tienen las palabras. Puedo recordar algunas que la gente me dijo, o dijo de mí hace muchos años, como si las hubieran pronunciado ayer.
Charles Stanley, un conocido escritor y predicador, ilustra esta verdad con una experiencia que vivió cuando era alumno de la escuela primaria. Se disponía a salir del salón de clases cuando escuchó que su maestra le comentaba a otra: «Me gusta Charles». Era la primera vez que escuchaba a alguien que no fuera su madre decir algo bueno de él. Y aunque fueron solo tres palabras, nunca las pudo olvidar. «Fue como si alguien hubiera puesto en mi tanque emocional gasolina de alto octanaje», escribió posteriormente (For the Gradúate. God's Guidance for the Road Ahead [Para el graduado. La conducción divina para el camino futuro], 2002).
Solo tres palabras, ¡y jamás las pudo olvidar! Están colgadas, dice él, no en las paredes de su casa, sino en un lugar más importante: su memoria.
Estoy seguro de que tú también puedes recordar vívidamente algunas cosas que la gente te ha dicho. Algunas de esas palabras fueron como música celestial a tus oídos. Otras, preferirías no haberlas escuchado.
¿Qué puedes hacer al respecto? Por un lado, no dar demasiada importancia a las cosas malas que se han dicho de ti. Por el otro, al igual que Charles Stanley, atesorar las palabras que en un momento dado «llenaron tu tanque emocional con gasolina de alto octanaje».
Y aún hay algo más que puedes hacer hoy mismo: decir a alguien cercano palabras que muestren tu aprecio hacia esa persona. A veces no nos damos cuenta, pero a nuestro alrededor hay gente que necesita escuchar una palabrita de ánimo, de aceptación; algo que les recuerde que son valorados, amados y respetados.
¿Puedes pensar ahora mismo en un familiar, un amigo o amiga, quizás tu novio o novia, a quien le puedas decir algo que le «llene su tanque emocional»? No tiene que ser un discurso. Y si no lo quieres decir, lo puedes escribir. Basta con que expreses lo mucho que aprecias a esa persona, lo mucho que valoras su amistad o cuánto agradeces a Dios por haberla conocido.
Hoy tú puedes ser un instrumento de bendición para la gloria de Dios.
Padre celestial, dame hoy palabras de ánimo para alguien que las esté necesitando.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
Nada tan cierto como escuchar esas palabras que llenan de alegria nuestras vidas así sea por un instante, sólo debemos saber escuchar y apreciarlas.
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