«Os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, pero después nada más pueden hacer. Os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que, después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno. Sí, os digo, a este temed». (Lucas 12:4,5).
¿De qué tiene miedo? ¿De los huracanes? ¿De los tsunamis? ¿De los ladrones? ¿Tiene miedo a alguna enfermedad? ¿Tiene miedo de morir? Los investigadores de la Universidad Johns Hopkins informaron que, hace treinta años, lo que más temían los escolares de primaria era: (1) los animales, (2) estar a oscuras en una habitación, (3) los lugares altos, (4) los desconocidos y (5) los ruidos fuertes. En la actualidad, los niños tienen miedo de lo siguiente: (1) del divorcio, (2) de la guerra nuclear, (3) del cáncer, (4) de la polución atmosférica y (5) de ser víctima de un atraco.
Los tiempos han cambiado. ¿No ve ninguna tendencia? El mundo es cada vez más violento y los miedos son más graves y generales. ¿Qué decir de promesas como: «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor» (1 Juan 4: 18)? La lectura de los versículos que preceden y siguen a esta promesa explica que el temor mencionado se refiere al juicio. Esto no quiere decir que si usted tiene el perfecto amor no debe temer a las serpientes. Para eso hay otras promesas.
Jesús nos dijo qué tenemos que temer. ¡Imagine! El Príncipe de paz nos dice que tenemos que temer algo. Y, por cierto, no es el diablo. Aquí tiene una traducción al lenguaje moderno del texto para memorizar de hoy: «A ustedes, amigos míos, les digo que no deben tener miedo de los que matan el cuerpo, pero después no pueden hacer más. Yo les voy a decir a quién deben tenerle miedo: ténganle miedo al que, después de quitar la vida, tiene autoridad para echar en el infierno. Sí, ténganle miedo a él» (Luc. 12:4,5, DHH). Jesús advertía contra la hipocresía. A Dios no podemos ocultarle nada.
Para el cristiano que quiere ser como Jesús, esta es una buena noticia, no es mala. Dios nos ve y lo sabe todo sobre nosotros. Por tanto, si lo amamos y lo obedecemos, nos llevará al cielo, a ningún otro lugar... Basado en Lucas 12:3-5
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
No hay comentarios:
Publicar un comentario