El amor [...] todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 corintios 13:6, 7 NVI
Se cuenta que dos amigos se encontraron después de no verse durante algún tiempo. Uno de ellos se había casado, mientras que el otro permanecía soltero.
—¿Y por qué no te has casado? —preguntó el casado al soltero.
—Durante mucho tiempo busqué la mujer perfecta. Viajé de un lugar a otro hasta que conocí a una mujer muy espiritual y muy hermosa; pero no sabía nada de los oficios propios del hogar.
—Y, ¿qué pasó... ? —preguntó el amigo.
—La descarté. Luego seguí buscando hasta que encontré una mujer que conocía bien los oficios del hogar, pero era muy fea.
—¿Entonces?
—Seguí buscando hasta que un día me pareció haber encontrado la mujer perfecta.
Le gustaba ir a la iglesia, conocía bien los deberes del hogar y era una hermosura.
—¿Y por qué no te casaste con ella?
—El problema era que ella también estaba buscando al hombre perfecto.
No me extrañaría saber que tanto él como ella todavía estén buscando pareja.
¿Cuál es el punto en cuestión? El punto es, sencillamente, que «Miss Perfecta» no existe. Tampoco «Míster Perfecto». Tú y yo somos seres humanos caídos que vivimos en un planeta golpeado por los cuatro costados. A diario luchamos por ser mejores personas y por realizar nuestros sueños. Pero muy a menudo prometemos y no cumplimos, nos ponemos de mal humor y decimos cosas que después lamentamos.
Razón tiene Lewis Smedes cuando escribe: «Todos somos imperfectos. Y si aceptamos este lamentable, pero estimulante hecho de la vida, entonces estaremos listos para crecer verdaderamente [...]. No favoreceremos en absoluto nuestro crecimiento personal mientras sigamos acariciando la fantasía de la mujer ideal o del hombre ideal» (Caring and Commitment, [Cuidado y compromiso], p. 73).
¿Conclusión? Si estás buscando pareja, pide a Dios que te guíe a la persona adecuada para ti. Y si ya estás casado, pide al Señor que te ayude a aceptar a tu cónyuge tal como es (con defectos incluidos). Mejor aún, pídele que te use como una ayuda idónea para que tu pareja pueda desarrollarse plenamente como persona y crecer espiritualmente en Cristo.
Padre amado al igual que hiciste con Adán, para mi la pareja idónea.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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