lunes, 20 de agosto de 2012

UN NOMBRE Y UNA PROFECÍA


Y se estableció en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliera lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno. (Mateo 2:23).

Cuántas situaciones difíciles enfrentaron José y María! Sin embargo, Dios los protegió de todo daño. En varias ocasiones el Señor se comunicó con José para guiarlo. Cuando nos ponemos en las manos de Dios y permitimos que él dirija nuestras vidas, su protección nos acompaña de la misma forma como lo hizo con Jesús, con sus padres, con los pastores y con los filósofos de Oriente.
Si obedeces como José; si te dejas usar como María; si le das un lugar a Jesús, como el mesonero; si compartes con los demás las noticias de su nacimiento como lo hicieron los pastores; si le das lo mejor de ti como los filósofos; ten la seguridad de que él guiará tu vida y de que morarás con él eternamente. Por otro lado, no seas como los sacerdotes y rabinos, que conocían las profecías del nacimiento de Jesús, pero no acudieron a conocer al niño ni lo aceptaron como su salvador.
Cuando Herodes murió un ángel le habló en sueños a José y lo invitó a regresar a Judá. De inmediato José obedeció; sin embargo, al enterarse de que gobernaba un hijo de Herodes, partió a la región de Galilea. Se fueron a vivir a Nazaret, por eso a Jesús le llamaban nazareno, así se cumplió la profecía señalada en el versículo de esta mañana.
El extraordinario nacimiento de Jesús nos ha dejado un gran número de enseñanzas que nos permitirán acercamos a él. Aprenderemos que es necesario cambiar nuestras vidas para darle la bienvenida al nazareno, a amar a nuestros prójimos y a tener el deseo de compartir el mensaje. Cuando una persona acepta a Cristo, su vida cambia. Hablará en forma diferente, actuará, se vestirá y pensará de manera diferente.
Si a Jesús lo llamaban nazareno era porque vivía en Nazaret. Ojalá que a ti te llamen cristiana porque vives en Cristo. Si es así, que la honra y la gloria sean para él. Abundantes bendiciones se derramarán sobre ti y sobre tu familia, y gozarás de la dirección y protección divinas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Elizabeth Suárez de Aragón

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