Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Juan 1:2).
Cada vez que acudía a recibir mis tratamientos oraba a Dios para que él pusiera su mano sanadora sobre cada parte de mi cuerpo que necesitaba ser sanada, y sobre mi estado de ánimo también. Me decía: «Dios tiene un plan para mi vida, Dios ha preparado algo grande para mí. Dios me ama y ahora me está abrazando». Imaginaba que cada gota de medicamento que entraba en mis venas provenía del río de agua viva del que habla Juan.
El mismo apóstol Juan nos recuerda que Jesús vino a este mundo con el firme propósito de que tuviéramos vida, y de que la tuviéramos en abundancia: «Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano» (Juan 10:28). ¿No es hermoso? ¡Qué bellas palabras las del Maestro! El enemigo no podrá arrebatarnos de las manos de Jesús. Jesús nos tiene bien sujetos y no va a soltarnos nunca. Aunque Satanás nos reclama como suyos y lucha con Jesús por causa de nosotros, no puede vencerlo. La mano del Señor está fuertemente asida de la nuestra y jamás nos soltará. Satanás podría tentarte para conseguir que te desvíes del verdadero camino. Podría incluso tocar tu vida, pero jamás podrá tocar tu alma. Si le cierras la puerta, el enemigo jamás podrá entrar.
El enemigo de las almas nos visita con enfermedades mortales y espera vemos derrotados y vencidos. Sin embargo, es entonces cuando entra en juego la fe. Si puedes creer, Dios hará maravillas. Recuerda que él dice en su Palabra que todo le es posible a quien cree.
En Éxodo 15: 26 leemos: «Si escuchas atentamente la voz de Jehová, tu Dios, y haces lo recto delante de sus ojos, das oído a sus mandamientos y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié sobre los egipcios traeré sobre ti, porque yo soy Jehová, tu sanador».
Dios es nuestro médico y nuestro sanador: ¡únicamente tenemos que creer!
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Ana Lucía de Borthomier
No hay comentarios:
Publicar un comentario