domingo, 2 de septiembre de 2012

«MIRAD CUÁL AMOR»


«Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, nos ha dado el Padre, para que seamos llamados, hijos de Dios. (1 Juan 3:1).

Estoy seguro de que ha habido ocasiones en que un hijo, o una hija, descarriado ha regresado a casa y sus padres no han dicho nada. Eso sí, estaban molestos porque su hijo les había causado tanto dolor y, cuando empezaron a hablar, le recordaron todos los errores que había cometido en la vida.
Sin embargo, cuando los pecadores acuden a Dios, él los recibe amoroso y, alegre, les da la bienvenida. Esta no es una bonita historia que Jesús contó para entretener a la gente. Quería que aquellos que acuden a Dios en busca de perdón tuvieran la certeza de que es misericordioso a causa del gran sacrificio de Cristo.
Cuando Dios dice que nos ama, siempre es así. En él no hay doblez. Quienes se arrepientan y acudan a él descubrirán lo mucho que los ama. Estimado lector, usted es incapaz de medir el amor que él tiene por usted. Lo amó desde antes de la fundación del mundo y lo amará cuando el tiempo ya no sea. No siempre somos conscientes de su inmenso amor.  Entonces el Espíritu Santo nos conmueve nos ha dado el Padre.  Cuando eso sucede, sentimos que el corazón nos estalla, Es como si un torrente de amor irrumpiera en el corazón, llevándose por delante todo cuanto encuentra a su paso. Así recibe Dios a los que piden ser salvados. «Con amor eterno te he amado; por eso, te prolongué mi misericordia» (Jer.31:3).
Cuando su padre lo recibió, el desdichado pródigo supo como nunca antes que su padre lo amaba. No le quedó ninguna duda al respecto. En el momento en que un pecador cree en Jesús recibe un torrente de amor. ¿Se ha fijado en el rostro de los que acaban de ser bautizados? Dios no siempre reserva el buen vino para el final.
He aquí una promesa: «Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar» (Isa. 55:7). Basado en Lucas 15: 11-32

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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