Entonces tus graneros estarán colmados con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto (Proverbios 3:10).
Quizá en algún momento hayas tenido que vivir en medio de estrecheces. Creo que todas conocemos lo que significa la escasez, ya sea material o espiritual. Muchas personas están acostumbradas a vivir con recursos limitados. Viven con el corazón y las manos vacías; sin embargo, el Señor anhela que tengamos abundancia.
Cuando el Padre nos dio a su Hijo, nos entregó con él todas las demás cosas, todo aquello que podamos necesitar, y en abundancia. Por eso Jesús afirma: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10). Esa vida abundante tiene que ver con todos los aspectos del diario vivir. Jesús no solamente desea con cedernos riqueza espiritual, sino también material.
Si queremos ser prosperados hemos de permitir que el Señor ponga en nosotros una actitud diligente, pues como leemos en la Biblia: «Los planes del diligente ciertamente tienden a la abundancia» (Prov. 21:5). Para alcanzar la prosperidad hemos de volvernos a Dios y buscarlo, como hizo el rey Usías, quien fue prosperado (ver 2 Crón. 26:5). David, cuando dio instrucciones a su hijo Salomón para que edificara el templo, le dijo: «Ahora pues, hijo mío, Jehová esté contigo, y seas prosperado, para que edifiques; la Casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti. Que Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel guardes la ley de Jehová, tu Dios. Entonces serás prosperado, si cuidas de poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes» (1 Crón. 22:11-13). Guardar la ley de Dios es el secreto de la prosperidad.
Al obedecer a Dios podremos apropiarnos de las bendiciones que el Señor tiene preparadas para toda hija suya que desee ser prosperada y no vivir en la escasez. «Pero todo lo he recibido y tengo en abundancia. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Fil. 4:18-19).
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Lidia de Pastor
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