«Él tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Después de escupirle en los ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: "¿Puedes ver ahora?"» (Marcos 8:23, NVI).
El versículo de hoy dice que Jesús llevó a un hombre fuera de un pueblo y escupió en sus ojos. Eso no suena muy bonito, ¿no te parece? De hecho, pareciera más bien como algo irrespetuoso. Pero Jesús sabía lo que estaba haciendo. Si lees los versículos que siguen a Marcos 8:23 encontrarás que después de que Jesús le escupió en los ojos, ¡este hombre recuperó la vista!
El acto de escupir está relacionado con la saliva. La saliva nos ayuda a digerir los alimentos. Cuando masticas los alimentos y los mezclas con la saliva en tu boca, esta ayuda a tu estómago a funcionar mejor La saliva de hecho transforma algunas de las cosas que te comes en químicos para que puedas obtener tus vitaminas. ¿No es maravilloso lo que la saliva puede hacer?
Hay personas que a veces pueden hacernos cosas malas, pero Jesús puede hacer que hasta las cosas malas se conviertan en cosas buenas. Él puede transformar las maldiciones en bendiciones. Recuerda esto: si un poquito de saliva puede ayudarte a digerir la comida y hacer que un ciego recupere la vista, a Jesús no le costará nada hacer que las cosas malas se conviertan en cosas buenas para ti.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush
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