Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. (Isaías 26:3).
En la biblia encontramos un sinnúmero de promesas que Dios ha colocado allí para que nuestra fe y nuestra confianza aumenten. Yo nací y crecí en la Iglesia Adventista, escuchando las promesas divinas. Las tenía todas muy claras, pero no fue hasta que me convertí en madre que reconocí lo importante que es para un hijo de Dios confiar plenamente en su Padre celestial.
En abril de 1992 di a luz a un hermoso bebé. Sin embargo, pronto mi alegría se tornó en angustia al saber que el niño quizá no sobreviviría, ya que presentaba serias complicaciones respiratorias. Las siguientes horas fueron interminables. Cada minuto y cada segundo parecían larguísimos. Mi corazón desfallecía de pesar. Fue entonces cuando una promesa resonó en mi mente: «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado» (Isa. 26:3). Nunca antes había entendido ese mensaje de una forma tan clara. No tenía por qué sentirme abatida, ya que tenía un Dios para quien no pasa inadvertida ni una sola lágrima que derramen sus hijas.
En aquel instante mi corazón se llenó de una paz indescriptible y en medio de mi tribulación me sentí tranquila. «Y es que no se exhala un suspiro, no se siente un dolor, ni ningún agravio atormenta el espíritu, sin que haga palpitar también el corazón del Padre [...]. Dios se inclina desde su trono para oír el clamor de los oprimidos. A toda oración sincera, él contesta: "Aquí estoy". Levanta al angustiado y pisoteado. En todas nuestras aflicciones él es afligido. En cada tentación y prueba, el ángel de su presencia está cerca de nosotros para libramos» (El Deseado de todas las gentes, cap. 37, pp. 328-329).
Hoy, gracias a su inmenso amor, aquel delicado bebé es un adolescente y le enseño a depositar su confianza en Dios. No sé cuál es tu situación, ni las pruebas que estás atravesando, pero sé que cuando acudimos a la presencia de Jesús encontramos seguridad y nos sentimos tranquilos, porque él puede dar paz a todo el que en él confía. Que el Dios de paz te bendiga y te guarde en este día. Y que puedas encontrar en él un refugio seguro.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Midalyz Santa Cruz de Hernández
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