Dios mío, tú me has enseñado desde mi juventud, y aún sigo anunciando tus grandes obras. Salmo 71:17
Veamos si adivinas los nombres de estos dos personajes bíblicos. Los dos fueron elegidos por Dios desde su juventud para ser líderes en Israel.
Ambos vencieron a los filisteos, y llegaron a ser muy queridos por el pueblo. Los dos cometieron graves errores, pero uno murió con honores; el otro, en servidumbre. ¿De quiénes estoy hablando?
De David y Sansón. ¿Dónde estuvo la diferencia? Jueces 16:19, 20 nos presenta a Sansón mientras duerme con la cabeza recostada en las piernas de Dalila, «la consumidora». Esa serpiente venenosa hace que un cómplice le corte a Sansón siete mechones de pelo, y luego grita: «¡Sansón, te atacan los filisteos!». Cuando despierta, ¿qué es lo primero que dice Sansón? «Esta vez saldré como las otras, y escaparé» (vers. 20, NRV2000). Pero no escapó, porque «el Señor lo había abandonado» (vers. 20).
Por otra parte, 1 Samuel 17:37 nos presenta a David mientras se ofrece como voluntario para enfrentar a Goliat. ¿Y qué argumentos usa para vencer al campeón de los filisteos? «El Señor... me librará de las manos de este filisteo».
Sansón depende de sus fuerzas para «salirse con la suya»; David se apoya en Dios para enfrentar sus desafíos. Sansón no busca la dirección divina para cumplir su misión. En cambio, David con frecuencia ora: «Oh Señor, enséñame tu camino, para que yo lo siga fielmente» (Sal. 86:11). Las únicas oraciones que se conocen de Sansón fueron, una, para no morir de sed (Juec. 15:18); la otra, cuando pidió fuerzas a Dios para derribar las columnas del templo (16:28).
De David dice el apóstol Pablo que «sirvió a los de su tiempo, según Dios se lo había ordenado» (Hech. 13:36). Sansón terminó como el hazmerreír de sus enemigos y solo pudo cumplir su misión «en la derrota, la servidumbre y la muerte» (Patriarcas y profetas, p. 550).
¿Te imaginas lo que Sansón pudo haber logrado si, al igual que David, hubiera orado: «Señor, enséñame tu camino, para que yo lo siga fielmente»? ¿Qué tal si tú, ahora mismo, le pides a Dios que te muestre el camino que debes seguir, y te dé poder de lo alto para cumplir fielmente tu misión en la vida?
Señor, quiero que mi vida glorifique tu nombre. Lléname de tu Espíritu para lograrlo comenzando hoy.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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