Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. (Mateo 5:11).
En una ocasión, cuando estudiaba secundaria en una escuela pública, el profesor de religión nos pidió que escribiéramos una redacción sobre si creíamos que Dios era alguien real o imaginario. Yo argumenté que para mí Dios era real, y agregué algunas citas bíblicas. Al recibir mi trabajo de vuelta había una X a lo largo y ancho de la hoja y una nota: «Respete. No sea fanática y confesional». Pero me entristeció mucho más oír al profesor gritándome tres veces: «Le puse esa nota porque Dios no existe». Más tarde me dijo: «Usted quiere convertir a todo el salón en un medio religioso. No la quiero más en mi clase. Le doy una calificación de aprobada, pero no venga más».
Le pedí a Dios que me diera sabiduría. La orientadora de la escuela me pidió que regresara al salón, pero mis compañeros me dijeron que ni me atreviera a entrar porque el profesor había dicho que «me echaría como a una perra». Yo no le había hecho nada: únicamente había puesto por escrito mi convicción de que Dios existe. Esa noche mi padre se arrodilló conmigo y me animó: «Sé un ejemplo para todos y ojalá que Dios tenga misericordia de ese hombre». Yo continué asistiendo a la escuela, pero no entraba a la clase de religión. Un día, el coordinador escolar me vio fuera del salón de clases, por lo que tuve que contarle lo sucedido. Él decidió tratar el caso. Citaron al maestro, y creo que Dios se manifestó en aquel lugar, porque al concluir la reunión me comunicaron: «Señorita, usted puede entrar a su clase de religión sin ningún problema».
Luego el profesor se me acercó y me dijo: «Puede volver a mi clase. No sé qué me pasó ese día». A pesar de haber sufrido bastante en aquellos días difíciles, pude testificar ante mis compañeros. Quizá tu experiencia sea diferente; pero a pesar de los ataques del enemigo no te detengas; testifica y permite que Dios te use.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Margarita Calixto Pertuz
No hay comentarios:
Publicar un comentario