viernes, 28 de diciembre de 2012

SEÑOR DE SEÑORES


El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. Apocalipsis 11:15.

Al cumplir las escrituras con su entrada triunfal en Jerusalén, Jesús también mostró lo que sucederá en el futuro. Nuestro Señor no siempre será rechazado. En el futuro habrá días de triunfo. «La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la cabeza del ángulo» (Sal. 118:22). Espero el día en que los reinos de este mundo se convertirán en los reinos de nuestro Señor y de su Cristo. Y mire, ¡yo estaré allí!
Él se sentará en el trono de David, su padre, y su reino no tendrá fin. El Señor reinará por los siglos de los siglos. ¡Aleluya! ¿Acaso no le dijo Dios el Padre: «Pídeme, y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra» (Sal. 2:8)? En ese día, el que fue rechazado de los hombres será la gloria de su pueblo.
Imagine la alegre procesión, subiendo por la colina hasta el trono de su Padre. Tras él iremos los que, en él, vinimos desde los confines de la tierra.
Los patriarcas se unirán a los apóstoles y los profetas andarán junto a los mártires. Usted y yo también caminaremos junto a ellos. Todos a una voz entonarán el mismo cántico: «¡Hosana al hijo de David!  ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!» (Mat. 21:9). Por tanto, en la entrada del Señor por las calles de la antigua Jerusalén, tenemos una visión de las glorias extraordinarias que le esperan en la Nueva Jerusalén, donde se sentará en el trono y sus enemigos serán su escabel (Mat. 22:44).
Apreciado lector, no podemos permitir que nada nos distraiga de este magno acontecimiento. El día que entró en la Jerusalén terrenal, Jesús tenía enemigos; en la tierra, nosotros también los tendremos. Pero vendrá un día mejor. Por su gracia estaremos allí y uniremos nuestra voz al coro de los redimidos. Oro para que, además de nosotros, también estén nuestras familias y nuestros hijos.  Basado en Lucas 19:29-44.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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