Al que cause divisiones, amonéstalo dos veces, y después evítalo (Tito 3:10).
Por desgracia, es frecuente que en la iglesia surjan disidentes. El apóstol Pablo dio instrucciones sobre el método que se debe seguir al tratar con ellos. Amonestarlos dos veces con amor, paciencia, y darles amplia información. Si insisten en su actitud, rehuirlos.
Los grupos disidentes han atacado a la Iglesia Adventista y a sus dirigentes casi desde sus inicios. Ya en 1853, el grupo denominado El Mensajero dirigió sus críticas sin fundamentos hacia Jaime White, acusándolo de deshonestas maniobras financieras. La revista disidente El mensajero de la verdad se distribuyó entre los lectores de la Revista Adventista y algunos aceptaron lo que decía como si fuera el evangelio. Al escribir sobre este grupo y su revista, J. N. Loughborough dijo algo que describe adecuadamente a muchos grupos disidentes y sus publicaciones desde 1850 hasta hoy: «La misión de este grupo y sus dirigentes parecía consistir en derribar y difamar en lugar de construir».
Las acusaciones más comunes hacia la iglesia y sus dirigentes son:
- La organización de la iglesia impide hacer la obra de Dios.
- El «alfolí» al que se debe llevar el diezmo no debería estar limitado a la tesorería de la iglesia.
- Ya no se debe considerar a la Asociación General como «la voz de Dios en la tierra».
Estos ataques constituyen los intentos de Satanás para desacreditar a la iglesia e impedirle cumplir la misión que Dios le encomendó.
En una carta (32) de 1892, Elena G. de White escribió: «Vivimos tiempos solemnes. Satanás y sus ángeles malignos trabajan con gran poder y el mundo está del lado de ellos para ayudarlos. Algunos profesos observadores del sábado, que pretenden creer verdades solemnes e importantes, unen sus fuerzas con una combinación de influencias y poderes tenebrosos para distraer y derribar lo que Dios quiere construir. La influencia de los tales se registra como la de los que retardan el avance de la reforma en el pueblo de Dios. Hay muchos espíritus inquietos que no se someten ni a la disciplina, ni al orden. Creen que sus libertades resultarán coartadas si ponen a un lado su propio juicio y se someten al criterio de los que tienen más experiencia. La obra de Dios no progresará a menos que exista la disposición a someterse al orden».
La oposición, los rumores, las rebeliones y la desconfianza abundan. A medida que nos acercamos al fin aumentarán mucho más. Cada uno tomará su decisión. Toma la tuya sabiamente. De eso dependerá tu experiencia espiritual.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez
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