Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Mateo 11:28-30.
El mundo está lleno de agitación, pruebas y dificultades. Es una tierra enemiga, y a cada ocasión nos asaltan las tentaciones. "En el mundo —dice Jesús— tendréis aflicción, pero confiad; yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). También dice: "Mi paz os doy" (Juan 14:27).
Nuestro Salvador representa sus requisitos como un yugo, y la vida cristiana consiste en llevar cargas. Sin embargo, al contrastar estos con el cruel poder de Satanás y con las cargas impuestas por el pecado, él declara: "Mi yugo es fácil, y ligera mi carga". Cuando intentamos vivir la vida de un cristiano, llevar sus responsabilidades y cumplir sus deberes sin Cristo como ayudador, el yugo es mortificante y la carga es intolerablemente pesada. Pero Jesús no desea que hagamos esto...
Muchos profesan venir a Cristo, mientras se aferran a sus propios caminos, que son un yugo doloroso. El egoísmo, la envidia, la ambición, el amor al mundo u otro pecado acariciado, destruye su paz y gozo...
El cristiano debe buscar representar a su Maestro en cada acto, para hacer que su servicio parezca atractivo. Que nadie haga de la religión algo repulsivo por medio de un pesimismo persistente, y al relatar sus pruebas y dificultades, su negación propia y sus sacrificios, que se note que el amor de Cristo es un motivo permanente en usted; que su religión no es como un manto que puede quitarse y ponerse según lo demandan las circunstancias, sino un principio, calmado, constante, invariable, algo que gobierna toda su vida...
Sea cual fuere su suerte en la vida, recuerde que usted está al servicio de Cristo, y manifieste un espíritu satisfecho y agradecido. Sea cual fuere su carga o su cruz, levántela en el nombre de Jesús, llévela con su fuerza...
El amor a Jesús no puede ser escondido, sino que se hará ver y sentir... Hace audaz al tímido, diligente al perezoso, sabio al ignorante. Hace elocuente la lengua vacilante y eleva a nueva vida y vigor el intelecto dormido... La paz en Cristo es de mayor valor que todos los tesoros de la tierra.— Signs of the Times, 17 de diciembre de 1885; parcialmente en Reflejemos a Jesús, p. 175.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
No hay comentarios:
Publicar un comentario