Gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes y, por medio de nosotros, esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento. Porque para Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden. 2 Corintios 2:14-15
Hace algún tiempo visité un parque de atracciones en el que había una casa muy singular. Al entrar en ella daba la impresión de que estabas caminando de lado. El efecto visual era tan extraordinario que, aunque estábamos caminando sobre un piso llano, nos costaba mucho trabajo, como si en realidad estuviéramos subiendo una cuesta.
¿Cómo era posible que un asunto de percepción nos hiciera creer que nuestra realidad era otra? Muchos comenzamos a dudar de lo que era cierto, y por ende aceptamos una ilusión como algo real. Es más, al salir de aquella atracción, todavía el suelo parecía inclinarse, y varios de los que habían entrado sintieron mareo y desubicación, como si ciertamente hubieran caminado inclinados durante todo el trayecto.
¿No nos pasa lo mismo a veces en las experiencias de la vida? Creemos que lo que percibimos, que generalmente está basado en emociones y sentimientos, es la realidad. Puede ser que las circunstancias de un momento nos hagan experimentar emociones como temor, desconfianza, inseguridad e ira, y estas distorsionen nuestra realidad, haciéndonos pensar mal de nosotras mismas y de los demás. Es posible que bajo el influjo de hechos mal interpretados, podamos llegar a sentir lástima, enojo, e incluso a desconfiar del amor y del cuidado de Dios.
Puede ser también que bajo la influencia de una percepción incorrecta, alguien evalúe como demasiado positiva su actuación, convirtiéndose en una persona soberbia o, por el contrario, que subestime sus actos hasta llegar a despreciarse a sí misma.
Encuentra tu realidad en Cristo. Si se lo pides hará que te veas a ti misma en la dimensión correcta. Te dará el equilibro que te situará en el lugar preciso en el que debes estar, y producirá en ti la convicción exacta de lo que eres de acuerdo a los propósitos de Dios.
Busca hoy tu realidad en Cristo. Descubre que eres una hija amada de Dios, rienda para triunfar, aunque lo que percibas en tu entorno te diga lo contrario. Así verás que lo que se extenderá ante ti será un camino recto, con una meta bien definida.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
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