Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 1 Pedro 4:10.
El Señor hizo de los hombres sus agentes, y con corazones llenos del amor de Jesús, han de cooperar con él en hacer que los hombres se vuelvan del error a la verdad. Dios bendice la tierra con el sol y la lluvia. Él hace que la tierra produzca sus abundantes tesoros para la utilidad del hombre. El Señor ha hecho del hombre su intermediario para que dispense sus dones celestiales trayendo las almas a la verdad. ¿Examinarán mis hermanos en los Estados Unidos cómo la verdad salvadora los alcanzó cuando ellos estaban en las tinieblas? Hombres y mujeres traían sus diezmos y ofrendas a Dios, y a medida que los medios llenaban la tesorería, se enviaban hombres a otras partes para hacer progresar la obra. Este mismo proceso debe repetirse si las almas que están en tinieblas son alcanzadas hoy...
Las necesidades de la obra ahora demandan un mayor desembolso que nunca antes. El Señor llama a su pueblo a hacer todo esfuerzo para controlar sus gastos... Que el dinero que se ha dedicado a la gratificación del yo fluya a la tesorería del Señor para sostener a quienes están trabajando para ganar a las almas que perecen...
El Señor viene pronto. Debemos obrar mientras dure el día, porque viene la noche cuando nadie puede obrar. Muchísimas personas han perdido su espíritu de abnegación y sacrificio. Han estado enterrando su dinero en posesiones temporales. Hay hombres a quienes Dios ha bendecido y a quienes está probando para ver cómo responderán ante sus beneficios... Apresúrense, hermanos, ahora que tienen la oportunidad de ser honrados con Dios; no demoren. Por el bien de vuestra alma, ya no roben a Dios en los diezmos y ofrendas...
El plan de la redención empieza y termina con un don, y así debe ser llevado adelante. El mismo espíritu de sacrificio que compró la salvación para nosotros, morará en el corazón de todos los que lleguen a ser partícipes del don celestial. Dice el apóstol Pedro: "Cada uno según el don que ha recibido, adminístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios" (1 Ped. 4:10). Dijo Jesús a los discípulos al enviarlos: "De gracia recibisteis, dad de gracia" (Mat. 10:8)...
Que todos hagan todo lo que puedan para ayudar, con sus medios y sus oraciones, a llevar la carga por las almas por quienes trabajan los ministros.— General Conference Bulletin, 30 de mayo de 1897.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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