Sí quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Mateo 19:21.
Jesús le dijo al joven rico: "Dalo a los pobres"... En esta referencia directa, le señaló su ídolo. Su amor por las riquezas era supremo, por lo tanto le era imposible amar a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente. Y este amor supremo por sus riquezas cerró sus ojos a las necesidades de sus congéneres. No amaba a su prójimo como a sí mismo, por lo tanto no guardaba los últimos seis mandamientos...
Vi que si los hombres y mujeres aman a sus riquezas más que a sus congéneres, más que a Dios o la verdad de su Palabra, y su corazón se encuentra absorbido por las riquezas, no pueden tener vida eterna. Preferirían ceder la verdad a vender y dar a los pobres. Aquí son probados para ver cuánto aman a Dios, cuánto aman la verdad, y como el joven rico en la Biblia, muchos se alejan tristes, porque no pueden tener sus riquezas y a la vez tener un tesoro en el cielo... El amor a Jesús y las riquezas no pueden morar en un mismo corazón... Vi que Dios podría enviar medios desde el cielo para llevar a cabo su obra; pero esto no está en su mandato. El ha ordenado que los hombres y mujeres deben ser sus instrumentos, que por haberse hecho un gran sacrificio para redimirlos, ellos deben jugar un papel en esta obra de salvación sacrificándose unos por otros, y al hacerlo demostrar cuánto valoran el sacrificio hecho por ellos... He visto que algunos dan de su abundancia, pero aún no sienten carencia. No se niegan particularmente cosa alguna por la causa de Cristo. Todavía tienen todo lo que su corazón ansia. Dan liberalmente y de corazón. Dios lo toma en cuenta, y se conocen la acción y el motivo, y él lo registra estrictamente. No perderán su recompensa. Usted que no puede dar tan liberalmente, no debiera excusarse porque no puede hacer tanto como otros. Haga lo que pueda. Niéguese algún artículo del cual puede prescindir, y sacrifíquese por la causa de Dios. Como la viuda, eche sus dos blancas. En realidad dará más que todos los que han dado de su abundancia. Y sabrá cuan dulce resulta dar a los necesitados, negarse a uno mismo, sacrificarse por la verdad y hacerse tesoro en el cielo.— Review and Herald, 26 de noviembre de 1857.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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